miércoles, 30 de agosto de 2017

Deseo Cálido & Rojo



‘Debo ser fuerte, debo comportarme, seguir luchando. No rendirme, quiero seguir comprometido… ¿Es deseo o es amor lo que siento por vos? Quiero el deseo porque tu amor sólo se abusa de mi’ – Years & Years



Tomaba un Aperol con amigos en Güemes, mientras me escribía con Sebastián, el chico que había conocido en Tinder hace una semana. Nos estuvimos conociendo pero todavía no nos habíamos podido juntar, el tenía un viaje de trabajo y volvía la semana próxima. Nos whatsappeamos todos los días desde que me pasó su celular. Despertaba con sus mensajes y me iba a dormir con sus mensajes. Ya sabía todo lo que tenía que saber de él y él sabía todo de mi. Hasta hablamos de mi obsesión con el Sr. Q, quería sincerarme con él desde el principio y que todo quedara claro, de donde vengo y a donde quería llegar con él. El por suerte tenía la misma política, decir todo de frente para que no haya malos entendidos. El venía de una relación llena de mentiras y no tenía ganas de pasar de nuevo por eso. Quería que todo sea sincero, honesto y directo desde el principio. Por eso esperábamos con ansias tener una cita y conocernos en vivo. Hablábamos sobre cómo iba a ser, donde iba a ser, él quería cocinarme una cena, ya estaba todo planeado. Todo era muy lindo, por lo general, las grandes expectativas solo llevan a grandes desilusiones. Una cosa es desear y otra cosa es que suceda. Pero en este caso me permitía dejarme llevar, quería disfrutar y aferrarme a ese momento, para lo demás siempre hay tiempo.

Lo mejor de Sebastián es que me hace reír a carcajadas con sus mensajes, lo que es bastante difícil y era lo que necesitaba en este momento después de una relación no correspondida tormentosa, él era como el sol cálido y rojo que salía después. Hasta mis amigos estaban contentos porque hacía mucho no me veían así.

Volviendo a casa por la Belgrano, después de unos tragos, contestaba el mensaje de buenas noches de Sebastián. A lo lejos, venían un grupo de turistas, nos cruzamos y con el último hacemos eso de tratar de esquivarnos pero ambos íbamos hacia el mismo lado, por lo general me pasa con mujeres o señoras, pero no esta vez. Levanto la mirada y nos reímos mientras tratamos de pasar incómodamente. Era un colorado y se puso colorado de vergüenza. Y ya sabemos de mi debilidad por los colorados. Nos miramos unos nanosegundos, sonreímos y cada uno siguió su camino.


Cuando llego a casa, tenía una notificación de Scruff, la app para osos/barbudos, Rob me había mandado una garrita de oso, algo así como un toque. Por su foto no estaba seguro si era él, pero sí lo era, me saludó y me preguntó si era el chico que me había cruzado recién, en inglés, porque era neoyorkino. Le contesto que sí. Me pregunta por donde podía ir a tomar algo con sus amigos. Le tiro algunos lugares de ahí de Güemes, le envío direcciones y mapas. Me pregunta si quería ir, que me invitaba un trago en agradecimiento. Me tienta mucho, pero le digo que no puedo, tenía que trabajar al otro día, que era verdad. Me dice ‘Ok, ¿el sábado entonces?’. No le contesto nada. Es estúpido, lo sé, de alguna forma sentía que, si aceptaba, estaba haciendo cosas por detrás de Sebastián, con el que no tenía ningún compromiso, ni nada por el estilo. Ni siquiera lo conocía en vivo. ¿A quién le estaba siendo fiel?

Por experiencia, siempre que trato de abarcar mucho, por lo general termina mal, me quedo sin el pan y sin la torta, todo por no enfocarme. Pero por otro lado podía conocer a Rob y que no pase nada. ¿o no?. Esa noche di varias vueltas en la cama, por momentos tenía calor, por momentos frío.

Ese sábado me desperté con mensajes graciosos de Sebastián, le habían dicho en la misma mañana ‘señor’ y ´pibe’. Decía que desde ahora me iba a decir ‘pibe’ y me preguntaba: ‘¿querés ser mi pibe?’. No sabía si me estaba preguntando en serio o era otro de sus chistes. Evadí el momento y le pregunté qué planes tenía para esa noche. Hizo una pausa, escribió, borró, escribió de nuevo, se detuvo. Me contesta que probablemente iba a salir a bailar con un amigo. Me sentí un poco estúpido por sentirme celoso y me preguntaba ¿por qué siempre proyecto antes de tiempo?¿Por qué no me relajo y dejo que las cosas se den por si solas?

Él me preguntó que iba a hacer yo, le dije que iba a ir a un cumpleaños de una amiga. Me puse un poco tenso y cortante, le dije que me tenía que ir y nos despedimos. Esa noche mientras me preparaba para salir, veo que sube a su instagram fotos con su amigo: 1. El amigo es hermoso – 2. Sebastián está hermoso y le quedan bien las remeras sin mangas – 3. Mi nivelador de celos se pone en rojo e indica que me gusta más de lo que pensaba – 4.#$%#%$$%#!

Estoy por irme al cumpleaños y de repente me escribe Rob: ‘Hola Pablo! ¿te gustaría ir a tomar algo? Te debo una cerveza’. 1. Puedo ir mas tarde al cumpleaños – 2. Es ahora o nunca – 3. No tiene que pasar de una cerveza – 4. ¿Estoy haciendo esto porque quiero o es una reacción a lo que me hizo Sebastián?


Acepto ir por una cerveza con Rob. Lo bueno era que ya nos habíamos visto en vivo, no era tan a ciegas y no estaba para nada nervioso. Nos encontramos, se notaba que se había vestido para una cita, lo que es bueno. Tomamos unas cervezas y conversamos un poco. Era músico, había venido para un recital que ya lo había dado y para una especie de taller, que también ya lo había dado. Se volvía a New York el lunes. Con cada cerveza se soltaba un poco más, me daba cuenta porque la conversación subía de tono. Yo le bajaba de tono preguntando sobre su vida amorosa. Me dijo que estaba en una relación abierta, pero que sentía que ya no estaba funcionando como antes, que estaba pensando en directamente separarse, porque sentía que finalmente era lo mismo que no estar juntos. Ya ni siquiera vivían juntos, la convivencia no había funcionado. De repente se pone un poco triste y me siento culpable. Mientras tanto, Sebastián me manda fotos de él pasándola espectacular con su amigo. No le contesto. Pienso si debería despedirme e ir al cumpleaños. Rob me pregunta sobre mi vida amorosa, trato de no hablar del Sr. Q, porque íbamos a terminar borrachos y llorando. Le cuento sobre Sebastián y entiende mi situación. Y me da un consejo, un buen consejo que traducido sería algo así: ‘Quedate con las personas que te hagan sentir bien con vos mismo, ya sea estén juntos o separados’. Tenía razón, cuantas veces veo esas personas que cuando no están con sus novios la pasan mal y están pendientes del celular, discuten por horas y se arruinan la noche entre ellos. Siempre me dije que no quería ser una de esas personas.

Suelto el celular, era una linda noche para ir a caminar. Su hotel quedaba cerca, así que lo acompañé hasta la puerta antes de tomar un taxi al cumpleaños. En el camino nos cruzamos con gente bailando tango en la Plazoleta de la Casa Radical. Parecía planificado pero no lo estaba. Se quedó maravillado viendo a la gente común de todas las edades bailando. Sacó su celular y filmó todo.


Llegando al hotel, pasamos por unas pausas incómodas, incómodas pero lindas. En una esquina, el semáforo se puso en rojo y no me pregunten cómo, pero sabía que se venía el beso. Me tomó de la mano, me arrinconó contra una pared y a escondidas de los autos que pasaban, nos besamos. 1. Besa muy bien – 2. Besa muy bien – 3. Besa muy bien. No podíamos parar, pero no podíamos quedarnos ahí. En la puerta del hotel me volvió a besar, inevitablemente me invitó a subir al hotel. Mi primera reacción fue decir un NO fuerte, pero se ve que mis ojos decían otra cosa porque Rob me miraba con una sonrisa pícara. Mis ganas lo piensan, mi cabeza lo piensa, mi corazón lo piensa.

Al otro día un mensaje de Sebastián me despierta, estoy en la cama del hotel con Rob y recuerdo lo bien que la había pasado anoche, nada como la química sexual de lo prohibido. El deseo le ganó al semáforo rojo. De todas formas me sentía algo mal por Sebastián, me había estado escribiendo toda la mañana y hasta me mandó un mensaje de voz. Me fui al baño y abro la canilla para escucharlo. Le doy play: ‘Pablin, me parece que te enojaste ayer porque no me contestaste más. Sólo quiero que sepas que no pasó nada raro anoche, no sé si te importa saberlo o no, pero yo no soy así con mis amigos. Extrañé tu mensaje de buenos días esta mañana y espero estés bien. No veo la hora de conocerte ‘en vivo’ como decís vos. Un beso pibe!’


Volví a la cama sintiéndome horrible. Rob me dio unos besos de buenos días todavía algo entredormido. Recordé lo bien que lo habíamos pasado anoche, el sexo y la química fueron increíbles, como nunca. Hacía mucho no tenía esta sensación de gustarle a alguien, de tener esa sensación de relax. Eso también ayudó al sexo. Eso y que el era bastante sexy, no solo físicamente, sino en sus actitudes. Se lo notaba alguien maduro y plantado. Eso lo hacía aún mas atractivo. Lo observé mientras dormía, parecía dormir contento, tranquilo, satisfecho. Traté de disfrutar ese momento pero no podía evitar pensar en que contestarle a Sebastián, si contarle de mi noche o si no le debía ninguna explicación. Si técnicamente no hice nada malo o si todo esto era un gran auto boicot porque mis sentimientos por Sebastián eran reales y en el fondo me daban un poco de miedo. Si se lo oculto puedo perderlo, si se lo digo puedo perderlo. Rob me abraza con su brazo gigante, cálido y lleno de pecas. Decido aferrarme a ese lindo momento un rato más, para lo demás siempre hay tiempo.

Escrito Por Pablo M. Acuña

Pregunta para opinar: Al comenzar una relación ¿sos de proyectar o te dejás llevar por el otro?

sábado, 26 de agosto de 2017

Como Un Novio Sin Sexo


“Las cosas que hacemos, ya no me entretienen. Son un caos que ahora siento absurdo. Estas prendas que usamos sólo se lavan a mano. Solíamos observar con asombro las formas de la contradicción” – Coiffeur

Corría en la plaza de madrugada una de esas noches contradictorias de invierno pero con mucho calor. De repente un alerta interrumpe mi música, uno que no escucho muy seguido, un match de Tinder. Finalmente. Sebastián (mentira no se llama así, pero digamos que si), 32, bien, en Córdoba, bien, no tan lejos, bien, no reconozco su primera foto pero me gusta, veo unas fotos más, y no decepcionan, para variar no está desnudo en el baño, ni abrazado a gente blureada (da miedo eso), ni tampoco una de sus amigas lo está agarrando del cuello (eso también intimida), en la tercera foto recuerdo porque lo había corazoneado, era por esa foto donde se está riendo a carcajadas, a veces, esas fotos son mas lindas que cualquier otra. Como le soné a él, le correspondería hablar a él. Mientras sigo corriendo.

Cuando llego a mi depto. no me había escrito. Por lo general , trato de averiguar todo sobre él, lo stalkeo en secreto en las redes, veo lo que le gusta, sus tweets, sus posteos, la música que le gusta, los amigos. Pero esta vez iba a dejar que me sorprenda. Me baño antes de acostarme y cuando salgo de la ducha, ¡tengo un mensaje!. Pero no era él, era el Sr. Q (típico), recordándome que al día siguiente íbamos al cine como habíamos quedado. Quería ver ‘Como Una Novia Sin Sexo’ de Lucas Santa Ana, le hago un chiste idiota sobre el título y después me arrepiento. Siempre me pongo idiota con el Sr. Q. Me quedé pensando esa noche en si Sebastián nunca me iba a contestar e iba a quedar como esos matchs olvidados ahí en el limbo de Tinder.


Una bomba de estruendo me despierta (típico), alguna marcha. Me fijo en el celular y no tenía mensajes. Lo único bueno de todo esto, era que le estaba quitando importancia a mi ‘no-cita’ con el Sr. Q. no estaba tan alterado como de costumbre. Me quería mantener así hasta que llegue la hora. Era muy temprano pero ya que estaba desvelado. Adelanto trabajo, edito un poco… 0 mensajes…escribo un poco…0 mensajes… diseño un poco… ¡me llega un mensaje!. Era mi amigo preguntándome si íbamos a Dorian esa noche. Le digo que sí, total…¿cuán bien puede terminar una no-cita?. Mi nivel de esperanza en que algo espectacular pase con el Sr. Q, era en números negativos. Lo tomo como lo que es, dos “amigos” yendo al cine. Mi amigo se iba a encargar de todo, entradas, previa, alcohol, invitar a otros amigos. Yo iba a estar en el cine.

Llegó la tarde con 0 mensajes de Sebastián, me pregunto si se habrá conectado desde anoche, quizás coincidió con otro y está con él ahora. ¿Por qué no le escribí?, me reclamo. El Sr. Q está demorado, yo lo espero en la puerta del Cineclub. A lo lejos lo veo venir, como es de costumbre, cada vez que lo veo está más lindo. Más lindo nivel: camina en cámara lenta. Fuck. Esperen, viene con un chico a su lado…me quiero matar…no estaba preparado psicológicamente para esto…que no sea el novio…que no sea el novio…que no sea…el chico se despide y entra a un edificio…fiu….¿habrá sido el nuevo novio?…Me sonríe, me saluda, debo haber estado pálido porque me explica que era un compañero de la facu. No sé qué decir, sonrío. ‘¿Entramos?’, me dice,’ …ya empieza’.


¿Vieron cuando estás en una situación complicada sentimental y parece que todas las canciones hablan de tu relación? Bueno, así tal cual sucedía con esta película. En la película tres amigos se van de vacaciones, uno de ellos es gay en el closet y está enamorado de otro de ellos que es hetero. Un amor no correspondido. Aún así (Spoiler Alert), en el histeriqueo se besan. El hetero conoce una chica, con la que tiene un romance, y el gay tiene que observar todo y tragarse los sentimientos. Pasa en mi vida, pasa en TNT. No teníamos nada para comer en el cine, por lo que estábamos un poco inquietos. Nuestras rodillas parecían dos imanes que se atraían todo el tiempo. Se me secaba la boca. No lo quería mirar. ¿Por qué me torturo así? pensaba. El personaje de la película se pregunta: ¿Crees que alguien se puede enamorar de la persona menos indicada?. Toda la situación era una gran ironía. No voy a contarles como termina la película. Yo terminé agotado, tenso y con mucha sed.

Era medio temprano entonces decidimos ir a tomar algo, ‘De paso nos ponemos al día’ me dice. Caminamos a un bar de por ahí. Me está observando raro…’¿Qué pasa?’ le pregunto. ‘Nada, estás como raro’ me dice sonriendo. ‘¿Yo?’ sonrío nervioso. ‘Capaz que hace mucho que no te veo’ me dice. ‘Capaz me ponés nervioso vos’, tenía ganas de decirle, pero no lo hago. Le pregunto si le gustó la película. Me dice: ‘Si, estuvo bien… vos sos el cineasta, decime vos’. Le doy explicaciones técnicas y me interrumpe: ‘¿Lloraste?’ me pregunta en chiste. Se acordó que le dije que soy llorón. Me rio y le digo que no.


Nos sentamos en el bar y lo primero que me pregunta es por un chico X que le había contado hacía mucho. Se acordaba el nombre lo que me pareció extraño. Le dije que no había funcionado: lo que no le dije que no funcionó porque no me lo podía sacar de la cabeza a él. Nuestras rodillas se vuelven a juntar. ‘Perdón’. La moza nos trae una vela, porque creé que estamos en una cita, debería traer una no-vela. Después de unos tragos nos soltamos más, el me cuenta de su vida, de su trabajo, de viajes. La moza nos sigue tratando como si fuéramos novios y yo no estoy tan borracho como para disimular la incomodidad. El Sr. Q por suerte no es tan perceptivo. Me queda mirando: ‘¿Estás raro?’, me sonríe. ¡Me llegan muchos mensajes de golpe!. ‘Ah bueno’ bromea él. ‘Es mi amigo’ le digo, vamos a salir esta noche. ‘Ah yo también, ¿a dónde van?’, ‘A Dorian’, ‘Ah, nosotros también’. Pienso si preguntarle en quien es nosotros ¿ su nuevo novio?¿sus amigos?, pero no lo hago. Se hace un silencio y me dice: ‘Me estoy conociendo con un chico, o algo así’, me hago el que sigo viendo el celular, en ese acting veo que tengo mensajes de Sebastián de Tinder, pero no los abro, dejo el celular. ‘¡Contame!’ le exijo. Me explica que no es nada serio, que no sabe bien todavía. Lo miro con cara de “quiero saber más/también me quiero matar”. ‘No sé qué onda todavía’. Sigue diciendo la palabra todavía como si me tranquilizara, pero es peor. La moza nos interrumpe con la cuenta. ‘Quiero saber más y nos tenemos que ir’ le digo en voz alta. Me sonríe.

Termina la no-cita, la moza nos despide re contenta porque creé que hizo tan bien su trabajo que nos vamos a coger. Pero no. Ella no vio la película. No sabe que podemos ir al cine como novios, podemos sonreírnos como novios, nuestras rodillas se pueden imantar como novios, podemos salir a tomar algo como novios, eventualmente darnos un beso en la oscuridad, pero nada que tenga que ver con el sexo. El sexo lo hace con la gente que se está conociendo. Soy como un novio sin sexo para él. Cuando nos despedimos me dice algo así como que le gustó que nos pongamos al día. Que soy muy bueno escuchando y se acordó que le dije que quería ser psicólogo una vez. A esta altura ya no se sé si es algo bueno o una forma de decirme que nunca va a pasar nada entre nosotros. Me despedí de él y camino a la previa con mis amigos me quedé pensando en otra parte de la película en que el personaje gay enfrenta a su amigo y le dice al otro que no puede, NI QUIERE, ser su amigo porque siente cosas por él. Ojalá podría ser fuerte y tomar esa decisión.


Esa noche en el boliche se me amontonaban los pensamientos y la gente. Hasta que mi amigo me lo señala al Sr.Q. con su nuevo chico, comiéndose a besos. Felices. Creo que nunca lo había visto así de contento. Me lo presentó, nos saludamos. Yo el campeón de la actuación. Mi amigo me miró con un poco de cara de lástima y me sacó de ahí. ¿Por qué me sigo torturando así? No entendía nada, no me entendía a mí. Todo esto es mi culpa, nunca debería haber llegado hasta este punto. No me entiendo. En un momento veo a mi amigo y sentí que me miraba con un poco de lástima, eso me dio lástima a mi, lástima de mi mismo. Pero salirme de la situación solo depende de mí y eso hice, le dije a mi amigo de ir al patio a fumar, aunque yo no fume. En medio de todo el humo de mis pensamientos, me preguntaba si yo también pensaba en el Sr. Q como si fuera mi novio sin sexo, si en un punto lo estaba usando para pasar el tiempo porque me es cómodo estar con él. Por otro lado pensaba que es tanto el cariño que le tengo, que me gusta que esté bien, que sea feliz. ¿Acaso eso no es parte fundamental del amor también? No lo sé. Pienso en la frase: ‘Si lo amas, dejalo ir’, en qué fácil es decirla, pero que difícil ponerla en práctica.

En el patio, un chico me quema con su cigarrillo y me saca de mi mente ¡De repente recordé los mensajes de Sebastián! Agarré rápidamente el teléfono y los leí: ‘Hola!’ después de un rato escribió: ‘No te escribí anoche por si estabas durmiendo’. No sé si entrás seguido a esto, se ve que no, pero si querés podemos seguir por whatsapp, te paso mi celular…’, ‘Espero lo veas pronto’ emoji de sonrisita. Mi estrategia de dejar que me sorprenda funcionó. Ese mensaje me salvó la noche, lo agregué, le mandé un mensaje y volví a disfrutar la noche.


Vuelvo a la pista con mis amigos, los imanes hacen que terminemos cerca del Sr.Q y su novio nuevamente. La inercia hace que nos miremos. Me sonríe, le sonrío. El no sabe que en realidad me estoy despidiendo: ‘Te amo, te dejo ir’. Otra noche contradictoria.

Escrito Por Pablo M. Acuña

Pregunta para opinar: ¿Alguna vez te enamoraste de la persona menos indicada?