lunes, 3 de mayo de 2010

Escenas Eliminadas



Cansado de hacer lo de siempre, hace unos fines de semana, decidí hacer algo que no hacia hace mucho: ir a la cancha a ver un partido de básquet. Con mis amigos Nari y Patricia fuimos a ver el partido de Atenas. Me había olvidado de la adrenalina que se vivía viendo un partido y me recordó a la que yo vivía cuando era chico y jugaba al básquet.

Antes de llegar a la adolescencia, tuve un desarrollo prematuro. Es decir, me desarrollé físicamente antes de lo previsto y de repente. Era finalmente algo normal, de hecho, después de unos años me estabilicé y todo siguió su curso. Pero en esa época era altísimo y grandote, parecía tener mucha más edad de la que tenia. Todo el mundo les decía a mis padres que tenía que jugar al básquet y así es como terminé jugando con chicos muchos más grandes (en edad) que yo. Y siempre me quedó grabada esta escena: estábamos jugando un partido, había un poco de publico ese día, era un partido entre los del mismo equipo. Yo tenía la pelota y el entrenador me decía que se la pase al de la izquierda y yo, todavía no sabía cuál era la izquierda, no sabía diferenciar. El entrenador se puso como loco a gritarme: ESA NO ES LA IZQUIERDA!!! Y alguna que otra puteada que no voy a repetir. Recuerdo a gente riéndose y otra abucheándome y en el medio de todo mi mamá enojadísima gritando desde la tribuna algo así como: es chiquito!!! No le grite!!!. Suena muy gracioso ahora que lo cuento, pero en ese momento fue humillante y obviamente traumático



Todos vivimos de estas situaciones traumáticas, que desearíamos borrar o eliminar para siempre. Hay algunas escenas que logramos superar y lograr, con el tiempo, reírnos. Otras que nos persiguen por mucho tiempo y son difíciles de eliminar. Una que me afectó mucho, fue sin duda una que viví hace unos años:

Bailaba en Zen, en una de mis salidas que hacía solo, ya que no tenía amigos con quien ir todavía. De repente, vi un tipo que me gustó bailando en la pista. El también estaba solo, pero no parecía importarle. Nos miramos casi toda la noche. Recuerdo que el tenia el cuello de la camisa mal doblado. Entonces, le hice seña para que se acercara y le dije: ¿puedo hacer algo que tuve ganas de hacer toda la noche?, el me sonrió y dijo: Si. Entonces me acerqué, puse mis manos alrededor de su cuello y le acomodé la camisa. A él le encantó que hiciera eso y me invitó a bailar con él en la pista. Conversamos todo lo que quedaba de la noche, mientras seguíamos bailando: el era profesor de inglés y tenía 28 años. Entre miradas y sonrisas, no aguantamos más y nos besamos, mucho. Ya en su departamento, no podíamos despegarnos. Me quedé a dormir y tuvimos sexo hasta que amaneció. La habitación se iba aclarando cada vez más. Yo estaba sobre él, en el medio del ‘acto’, pasándola muy bien, al igual que él. Cuando lo sorprendo mirando mi panza. En esos años, tenía unos cuantos kilos de más, es verdad, pero logre ver en su cara un poco de horror, por no decir asco. Y fue horrible. Sin embargo seguí hasta el final, esforzándome por eliminar la imagen de su cara, y lo logré. Aún hoy recuerdo su cara como si fuera ayer. Por un rato, pensé que era persecución mía, pero el lo dejó claro cuando hizo el comentario: ¿no vas al gimnasio?. Después de esa noche no lo volví a ver, me acuerdo que me dijo algo así como que tenía novio y que yo había sido solo un desliz.

Esa noche, esa situación, me afecto por muchos años. Tanto así que me costó mucho tener sexo con luz por muchos años y aun hoy, me cuesta. Entonces pensé ¿no deberíamos ser más cuidadosos con las cosas que decimos o los comentarios que hacemos acerca de los defectos físicos?¿realmente es tan importante lo físico si la estas pasando bien? ¿y cuál es esa edad o etapa de la vida en la que lo físico pasa a un segundo o tercer lugar o simplemente ya ni importa?

Con mi amigo Leandro, hace poco, pensábamos en cuando llegará esa edad en que una panza no es importante para determinar una relación, y hablamos de querer llegar cuanto antes a esa edad, solo que no sabíamos cual era esa edad. ¿Existirá realmente?

Después de esa noche con el profesor de inglés, comencé a observar mi cuerpo y a odiarlo. Me sentí muy mal por un tiempo y me afectó tanto, que decidí hacer algo al respecto. Por suerte, no intenté nada peligroso para mi salud. Simplemente comencé a ir a correr tres veces por semana al parque, comencé a cuidarme en las comidas un poco y en esa época estaba el programa Cuestión de Peso, que ayudó bastante debo decir. Y así en 4 meses, bajé los 25 kilos que tenia de más. Aun así, en mi siguiente relación, me costó mucho desnudarme ante mi novio. Ahí comprendí lo mucho que afectó esa insignificante mirada de asco. Y pensándolo ahora, siento que si hubiese tenido otra personalidad más débil o si no hubiera tenido a mis padres constantemente cuidando que me alimentara bien a pesar de hacer dieta, quizás si no hubiera tenido todo eso, las consecuencias hubieran sido otras y muy malas.



No digo que por lo físico no te puedas sentir más o menos atraído, pero si la estas pasando bien, si tenés química con el otro y te hace reír, que importan unos kilos de más, que importan los lunares, pelos de mas o de menos, piernas flacas o lo que sea. ¿No les parece que después de un tiempo, ya no tiene mucho sentido?

Lo más gracioso, fue cuando después de adelgazar, intenté volver al ruedo y comencé a conocerme con un chico en el chat y cuando le mostré mis fotos nuevas, me dijo: Disculpá, pero me gustan los tipos más robustos, tipo osos. Parecía una broma de mal gusto, pero ahí comprendí que la gente quizás no se conforme nunca con el físico del otro o quizás nunca lo quiera tal cual es. Así es como comencé a querer yo mi propio cuerpo y cuidarme por mi, mi salud y no para satisfacer a otros. Hoy después de mucho tiempo, puedo decir que logré quererlo y se siente muy bien.



Hace unas semanas, volví a Zen y estaba solo y lo vi a él. El profesor de inglés, en la pista bailando. Estaba igual de lindo, solo que con un poco mas de canas y un poco mas de panza. De nuevo nos miramos mientras bailábamos, pero estaba seguro que no se acordaba de mí. Me lo confirmó cuando se acercó a decirme que le gustaban mis anteojos, me preguntó si estaba solo y me invitó a bailar con él y sus amigos. A lo que contesté: No, gracias, ya me estoy yendo. Y me fui. Con la satisfacción de saber que la química que teníamos, sigue siendo la misma, que yo sigo siendo el mismo, pero que seguramente el sigue siendo el mismo también. Entonces no tendría sentido, porque hay cosas que ni con todas las dietas o ejercicios pueden cambiarse. Cosas mucho mas importantes. Y yo podré no saber cuál es la izquierda y la derecha todavía, pero sé de cosas más importantes.


Pablo Martin Acuña
pabl3te@hotmail.com

Pregunta para el foro: ¿Cuánta atención le prestas a lo físico a la hora de tener una relación?