martes, 19 de agosto de 2014

Ciao



Después de volver de Buenos Aires, todo parecía estar bastante tranquilo acá en Córdoba. Tranquilo, estable…aburrido. Todo era "Tranquilidad En La Ciudad". El Sr Q, quien sabe donde estaba, o con quien. Por lo que era hora de conocer gente nueva, lo que se está haciendo cada vez más difícil. No solo porque no queda mucha gente por conocer, sino porque o son demasiado chicos o demasiado novios. Muchos de mis amigos conocieron a sus novios por redes sociales, y aunque preferiría que se dé en vivo y en directo ¿Por qué no tratar?

Facebook es muy público: conocés a alguien y lo ve todo el mundo y aparecen los 'roba-amigos'. Twitter es limitado: Necesito más de 140 caracteres para conquistar a alguien. Tinder es lento: hasta que coinciden que a ambos le guste el otro, para eso espero la vida real. Grindr es un catálogo de abdominales y torsos sin cabeza: pero bueno, de vez en cuando, aparece alguien que no quiere ir a los bifes de una. Que los hay, los hay. Hacía meses que tenía la cuenta y la verdad nunca había estado con nadie, los chats se vuelven básicos, lo que está bien, es decir para eso es la aplicación, pero yo buscaba otra cosa. Y ahí apareció él. Yo no le había prestado atención porque tenía una de esas fotos sin remera y abdominales marcados. Pero comenzó su chat con una palabra graciosa que me delató que no era de por acá. Niccolò, era italiano, tenía mi misma edad y era justo lo que buscaba. Terminamos teniendo una conversación chistosa sobre los pijamas hasta que finalmente preguntó como podíamos hacer para conocernos. "¿Un café o una cerveza? Mañana tengo el día libre" me dijo. Era justo lo que esperaba que me dijera.

Claro que no todo podía ser perfecto, antes de despedirnos del chat me mandó unas fotos suyas más actuales y ¡oh sorpresa! ¡¡¡Era fisicamente igual al Sr. Q!!!. ¿Qué me estaba diciendo el Universo? Le pedí otra foto sobre todo para comprobar que no me estaba volviendo loco/obse/paranoico y fue peor porque salió haciendo los mismos gestos que hace el Sr. Q en las fotos. No sabía si todo esto era bueno o no. Esto puso en duda lo de ir a conocerlo, porque la idea de conocer alguien nuevo es justamente olvidar lo viejo. Pero por otro lado, no podía dejar pasar la oportunidad de conocerlo.


Nos encontramos en la Cañada para tomar un café, llovía un poco. Se dio vuelta y quedé mudo. Era igual. Muy simpático, hablaba muy bien español con un acento gracioso. Fuimos a Apartamento, merendamos y conversamos fluidamente sobre nuestras vidas. Lo bueno de haber tenido tantas citas en mi vida, es que no me pongo tan nervioso como antes cuando solía quedarme mudo. Queríamos seguir conversando así que pedimos unos tragos, sobretodo porque se venía la parte de hablar de las relaciones anteriores.

El se extendió sobre su ex, lo que había sufrido y lo mal que lo había pasado, todo lo que le mintió y se lo veía aún enojado. Yo le conté sobre el Sr.Q, aunque no era una relación ni nada, a las historias con mis ex las tengo cerradas y con la mayoría me llevo bastante bien. Cuando le conté me dijo que se notaba que todavía me gustaba, porque de lo contrario debería estar más enojado o triste con la situación y se lo contaba con una sonrisa. Eso me sorprendió. También debo decir que me parecía bastante bizarro contárselo a alguien que se parecía tanto. Pero la verdad es que más allá de todo lo que no pasó con Sr. Q, todavía quedan restos ahí y le tengo mucho cariño, no podría enojarme con él. Es muy loco que en esas historias que nunca se cierran, siempre queda esa sensación de que con tal de estar con él le perdonarías cualquier cosa, algo que nos olvidamos rápidamente después durante las relaciones que SI llegan a concretarse.

Era domingo y la lluvia había parado un poco, así que fuimos a dar unas vueltas por ahí para seguir conversando. No había mucha gente en la calle y entre una de sus miradas pícaras, me tomó la mano. Creo que no me tomaban la mano en público desde el 2009 y ahí la lluvia volvió, porque claro, era extraño hasta para el universo. Entramos al bar más cercano, aunque ya no había nadie, era temprano, así que nos sentamos en la barra, donde nos hicimos amigos del barman, porque él era uno de esos turistas que les gusta socializar. Comenzamos con un toc-toc de tequila y después el barman nos hizo unos tragos riquísimos de su autoría. También estaba ahí su novia que había venido a visitarlo y terminamos en una especie de cita doble con el bar solo para nosotros. Niccolò se puso más cariñoso y no me soltaba la mano. Me decía que no quería que terminara la noche, así que me invitó a su apart-hotel a tomar un café. En otra circunstancia no habría aceptado, pero solo estaba en el Córdoba por unos días y también tenía a mis amigos en la cabeza diciéndome que no estoy abierto a conocer a alguien nuevo y que tenía que olvidarme de las reglas ridículas. Además ¿Cuántas veces en la vida se da una oportunidad así de estar con alguien que además de ser cariñoso es idéntico al chico con quien estuviste obsesionado por meses?

Nos apuramos a llegar al apart-hotel, pero no aguantó, y ahí entre una calle oscura, en medio de la llovizna, me besó. Después dicen que esas cosas solo pasan en las películas. El beso fue espectacular, porque claro, no solo tenía la expectativa de todo ese día, sino de todos los meses que había querido hacer exactamente eso con el Sr.Q. Lo sé, no estaba bueno comparar, pero por un lado, él ya lo sabía, ya le había aclarado lo mucho que se parecía y por otro, seguramente si no se parecían, lo iba a comparar igual, porque siempre, aunque sea sin querer, consciente o inconscientemente, terminamos comparando.

En el apart-hotel, lo único que queríamos cenar, eran más besos. Pasamos salvajemente a la cama y todo fue perfecto. Hasta que, en medio de la oscuridad, rompimos la mesita de luz y todo se cayó al piso. Nos reímos a carcajadas. Levantamos todo así nomás y se puso serio, para decirme que la había pasado muy bien conmigo. "Necesitaba pasarla bien" me dijo. "Yo también…mucho", le contesté. "Fue muy lindo conocerte" y de hecho lo fue. Me pidió que me quedara a dormir con él, se estaba haciendo tarde. Por alguna razón, no podía decirle que no. Y nos dormimos acariciándonos. Por momentos me detenía a observarlo, no podía creer que todo lo que pasaba era real.

Cuando despertamos al otro día, ambos estábamos contentos. Había dormido muy bien, algo que no siempre me sucede en otra cama que no sea la mía, con otra almohada y con alguien al lado. Pero esta vez, todo había sido placentero. Desayunamos unos besos con sabor a despedida. No sabíamos si nos íbamos a volver a ver, pero ambos sabíamos que íbamos a guardar todo como un lindo recuerdo.


Mientras lo acariciaba pensaba en como es extraño el Universo, que te quita ciertas cosas pero te recompensa con otras. Que todo está planeado a la perfección y que estamos predestinados a conocer a ciertas personas para ayudarnos a superar a otras o para darnos cuenta de cosas que antes no veíamos. Como por ejemplo que estando ahí con Niccolò entre mis brazos, había una parte de mí que quería que fuera el Sr. Q., que por más que se parecieran físicamente, no era lo mismo. Mi enamoramiento con el Sr.Q. no era, y nunca fue, físico. Más allá de que es lindo, ambos eran lindos, había otras cosas que me enamoraron de él que nadie podía reemplazar. Esa era la realidad y estaba bien. Lo tenía que aceptar y superar.


Nos dimos un abrazo largo, no queríamos soltarnos. Era un abrazo de agradecimiento por el día de película que habíamos pasado pero también porque sin darse cuenta me había aclarado muchas cosas. Nos despedimos con un "ciao", que no solo significa "adiós", también significa "hola". Y nada encajaba mejor con el momento, era el final de una etapa y el comienzo de otra. Esperemos que una mucho mejor.

Pablo M. Acuña

pabl3te 
 @pabl3te
 pabl3te@hotmail.com
 youtube.com/pabl3te


Pregunta del foro:  ¿Creés que estamos destinados a conocer a ciertas personas?