martes, 23 de febrero de 2010

El Pasado De



El otro día, hablando con mis amigos Damián y Dario sobre como éramos en la secundaria y como eso afectó lo que somos ahora, en cierto modo. Personalmente yo me acordé de tres historias que me marcaron

EL HERMANO DE

Federico (por supuesto que no voy a usar nombres verdaderos, en ninguna de las siguientes historias, ja) era el hermano menor de mi amigo Carlos, solo tenía un año menos. Recuerdo que yo tenía 13 o 14 años y nos conocíamos hacia bastante ya. Un día, jugando al cuarto oscuro en una de las casas, con Federico nos escondemos en el mismo lugar y comenzamos a acariciarnos. Nada pervertido, todo era bastante inocente. Me encantó que lo hiciera, porque me parecía un chico hermoso y así, comenzamos a acariciarnos más seguido y a darnos besitos, piquitos, también. Todo hasta que Carlos nos descubrió. Lo primero que hizo fue reírse y decirme "puto", a mí y no a su hermano. Inmediatamente después amenazó con contarle a mi mamá. Yo sentía que me moriría si eso pasara. Y ahí fue, donde todo comenzó. Esto de la "doble vida", comenzar a ocultar lo que sentía y quien era, de mis padres, de mis amigos, de todos. Se sentía horrible y como si fuera poco, te sentís completamente solo. Y entonces te convertís en un mentiroso compulsivo, porque comenzás a sentir que cualquier cosa que hagas o digas, puede ser una pista para que lo descubran. Siempre que hablo de lo de la "doble vida" me acuerdo de Juan Castro y lo que dice en esta entrevista de Grandiosas (ver video en el minuto 1:52 )



Carlos no le dijo a mi madre en ese momento, en lugar de eso, decidió extorsionarme. Todos los días, tenía que darle a él la plata de mi almuerzo, de lo contrario hablaba. Lo más decepcionante fue que Federico, un tiempo después comenzó a pedirme plata también y amenazaba con contar todo. Eso fue un golpe duro. Lo que nunca entendí era ¿Por qué no confié en mis padres en ese momento? Supongo que tenía miedo de cómo iban a reaccionar, creía que no iban a confiar en mí, porque en el fondo, yo me sentía un mentiroso. La pasé muy mal un tiempo. Todo estaba saliendo mal y sentía que nadie podía ayudarme. Así que pensé en eso que muchos gays adolescentes piensan en algún momento, cada vez más, y nadie habla de ello: suicidarme. Estaba solo en casa, fui por el cuchillo más grande, estaba llorando, me temblaban las manos. Y cuando tomé el cuchillo, mi gato me acarició las piernas y me miró fijamente unos segundos. Entendí el mensaje, guardé el cuchillo, lo alcé y le di muchos besos. Entonces me pregunté ¿hasta cuándo voy a seguir teniendo esta doble vida? No puedo seguir viviendo de esta manera. Entonces la próxima vez que Carlos vino a pedirme plata, se la negué y el obviamente me amenazó. Y ahí ya no aguanté más y lo golpee, esa fue la primera y última vez que luche físicamente con alguien. Supongo que en un punto, finalmente, confié en el amor de mis padres y en que no les gustaría verme sufrir de esa manera. Y así sin más ni Federico, ni Carlos me molestaron, ni me pidieron plata y nunca dijeron una palabra a nadie.

EL AMIGO DE

Como en casi toda vida de un adolescente gay, las cosas se ponen difíciles, complicadas y hasta insoportables. Entonces te haces la pregunta: ¿Y si en lugar de todo este caos, trato de ser heterosexual y espero que esto que siento por los hombres se me vaya?¿Si lo hago por el bien de mi familia para no darle más complicaciones?. Eso pensé en un momento, entonces traté de conquistar a una chica. Tenía un amigo que estaba enamorado de una amiga mía, entonces yo lo iba a ayudar a él, si él me “hacia pata” (ja, así le decíamos) con su amiga. Todo iba bien, nos aconsejábamos, planeábamos estrategias para conquistarlas y hablábamos sobre las relaciones. Nos hicimos excelentes amigos, hablábamos todos los días por teléfono, por horas. Me encantaba hablar con él, porque realmente me escuchaba. No era como mis otros amigos, sentía que con él podía hablar de todo. Eso era algo que no había sentido antes y ahí me di cuenta: me estaba enamorando. Y como NO enamorarme: Lautaro era hermoso, no solo porque físicamente era uno de esos tipos que ya nacen con cuerpos perfectos, que no tienen necesidad de hacer ejercicios, ni cuidarse en las comidas, sino también, porque era un muy buen tipo, “un buen pan” como diría un amigo. Pasó el tiempo y todos los días esperaba su llamado. También íbamos al cine y nos juntábamos a charlar. Recuerdo patente una vez que su familia nos buscó del cine en el auto y viendo lo agradable que eran todos ellos conmigo pensé: ¡ wow que lindo seria ser su novio!. Entonces pensé que no lo iba a lograr, no podía negar quien era o lo que quería para mi vida y aunque fuera difícil y complicado para mí y para mi familia, al ocultar mis sentimientos hacia él me di cuenta que no había nada más difícil que ocultar quien realmente sos. Después de un tiempo, el simplemente se alejó. Supongo que se dio cuenta, o alguien hizo que se diera cuenta. El estuvo con mi amiga un tiempo y después con su amiga a quien yo supuestamente tenía que conquistar. Y yo, aun hoy, a veces me encuentro pensando en el, como ahora, ja.



EL ALUMNO DE

Eran los primeros años de la secundaria. Todos los compañeros de la primaria estaban en diferentes cursos. Agustín era alumno del curso de al lado. En la época de la primaria éramos amigos, pero no tanto. Como sea, en algún momento, no recuerdo como, comenzamos a “gustarnos” o algo así. Era raro, de vez en cuando hablábamos de ciertos temas y comenzamos a explorar juntos. Recuerdo de todas formas, la sensación de sentir que hacíamos algo malo. No lo sentíamos en ese momento, pero sí recuerdo patente su mirada de vergüenza y culpa al encontrarnos al otro día en la escuela. No hablábamos por semanas. Ahora me pregunto ¿Por qué nunca nos percatamos de que experimentar era algo normal, algo de adolescentes explorando su sexualidad?. Supongo que un poco tiene que ver con que eran otros tiempos, pero estoy casi seguro que todavía hay muchos adolescentes que sienten esa culpa que sentíamos. Y todo, porque todavía el tema de la sexualidad y todo lo relacionado, es tabú, está mal visto, es pecado, entonces lo reprimimos desde chicos y no compartimos lo que sentimos con nadie por vergüenza. Nadie te lo enseña o te lo enseñan cuando ya es demasiado tarde. Porque seamos sinceros, esas clases de educación sexual que tuvimos en la secundaria, hablaba de muy pocas cosas, todo explicado científica y hasta matemáticamente. Llenas de prohibiciones o cosas que NO deberías hacer, pero nunca explicaban que es lo que si deberíamos hacer. Y los que daban estas clases nunca lo hacían algo ameno, siempre quedabas con la sensación de que era algo serio y peligroso o de algún modo mientras veías al profesor o profesora tratando de mantener una seriedad fingida, pensabas que se estaba aguantando la risa y que en realidad le daba un poco de pudor hablar del tema. De cualquier modo no se acercaban en lo mas mínimo a una "educación" eran básicamente unas instrucciones técnicas. Pero bueno, no voy a decir que fueron inservibles, muchos de mis amigos nunca tuvieron ese tipo de clases, no sé cómo serán ahora. Tampoco digo que las experiencias sexuales deberían darse en la secundaria, creo que debería ser mucho después, pero por lo que se ve, hoy en día, hay muy poca gente que llega virgen al primer año de secundaria. Mi punto es que no está bueno bloquear estos sentimientos y sentirse extremadamente culpables por tener una curiosidad que es completamente normal. Creo que reprimirlos desde temprano a la larga es lo que genera más tarde la ambigüedad sexual. Un día, Agustín me dijo que hagamos lo de siempre: esto era pedir los dos a la misma hora, permiso para ir al baño. Y ese día me pidió que nos diéramos el primer beso. Uno verdadero. Y fue muy lindo, tanto, que creo que fue en ese momento que me quedó claro de que lo que sentía no era ninguna “etapa”. Era lo que realmente era. Esa fue una de las últimas veces que vi a Agustín, que por lo que sé, no es gay.



Cada uno me enseño, a su manera, cosas que me marcaron y que son hoy parte de mi: que el amor de mis padres es incondicional, a no confiar ciegamente en la gente solo por un poco de afecto, que no puedo negar quien soy, que siempre termino buscando a alguien que me entienda, que me escuche y que experimentar, siempre y cuando sea con respeto, no debería darme culpa. Y todas éstas son cosas que no te enseñan en las clases de educación sexual.

Pablo M. Acuña
pabl3te@hotmail.com

Pregunta para el foro: ¿Tenés alguna historia que te marcó en la secundaria?

martes, 9 de febrero de 2010

Ediciones Limitadas



Es un nuevo año, de vuelta en la ciudad y de vuelta al gimnasio. Todo renovado, unos anteojos nuevos, una actitud positiva hacia este año y con la mentalidad fresca, llego con mi botella de agua, la música de mi mp3 sonando a todo volumen y de repente, TODO SE DETIENE. Ahí en una de las colchonetas, EL: el gran amor prohibido del 2009 (le vamos a decir Pedro, aunque no se llame así), se levanta a saludarme a penas me ve. Nos damos un beso y unas palmaditas. Hace mucho que no nos veíamos. Me pregunta como ando, yo hago lo mismo, inmediatamente le pregunto por su novio, para no levantar sospechas, el me cuenta que bien, todo bien. Hablamos de las vacaciones y entonces noto algo que no había notado antes: el también se pone nervioso con mi presencia. Casi nunca en nuestros encuentros lo puedo mirar fijo, pero esta vez lo hice. Noté que las palabras se le mezclan un poco, su voz se pone medio temblorosa. Me esquiva un poco la mirada, pero su expresión corporal y su proxémica me dicen que está contento de verme. Comienza a darse cuenta que está un muy transpirado y le da un poco de vergüenza. A mi me dio ternura. Sigo mi camino, comienzo a hacer mis ejercicios y otra vez, siento clavada su mirada desde lejos. Ese día perdí la cuenta en varios ejercicios y tuve que volver a empezar.



Caminando por la ciudad con mis amigas, a la madrugada hablamos de lo difícil que es encontrar un hombre interesante, con iniciativa, educación y que no esté completamente avocado a algún tipo de drogas. Cada vez son menos y como si fuera poco, entre esta minoría, tiene que haber alguien que te guste físicamente o al que le gustes. Las dos cosas ya es mucho pedir. Hablábamos que ya no hay de esos chicos que te acorralaban y que insistían para que les des una oportunidad. Ahora todos se rinden sin hacer esfuerzo, ya casi nadie planifica, investiga todo lo que puede, para encontrarse con vos. Entonces ¿Dónde están estas ediciones limitadas de hombres?¿donde están esos hombres que iban de frente y si les gustabas hacían todo para conquistarte?¿será que mientras dudábamos, nos ganaron de mano?¿a caso la gente interesante es finita?

Mis amigos siempre me dicen que yo necesito alguien muy especial porque yo soy muy especial. Raro, digamos, ja. Y si bien mis gustos en hombres son un poco peculiares, mis ex novios, no fueron, en absoluto, el tipo de hombres con los que me imaginaba salir. Físicamente hablando claro. Entonces es muy difícil e inútil también un poco, pensar en como debería ser. Más allá de que sea especial, peculiar o no, lo importante es que me quiera y que haga lo posible por estar conmigo y así juntos, tener una relación que, al menos, signifique algo en nuestras vidas. ¿Es mucho pedir? Ja. Quizás sí. Sobre todo porque hoy todos piensan que querer un poco de más a alguien está mal. Tardamos años en decirnos que nos queremos, porque es como ‘un gran paso’, ni hablar de hacer que la relación sea exclusiva. Para eso hay que hacer esa pregunta que ya nadie hacer. Pensá, hace cuanto que no escuchas la frase: ‘¿querés ser mi novio?’. Ahora esa frase nos dá hasta vergüenza decirla.

Muchas veces en esto de no dar esos pasos o animarse a crecer en la relación, todo termina quedando en un lugar medio extraño y gris. Terminas teniendo una especie de amistad con derecho a roces, que aunque suena bien, no es, en mi opinión, de lo más conveniente. Lo único que hace es confundirte y dejarte con ganas de más. O en todo caso, estarías en una relación abierta, lo que de hecho, está de moda. ¿A caso ese es el futuro de todos?¿o son solo una excusa para no comprometerse del todo con alguien?. A veces siento que tener una relación abierta, de alguna forma le da, a cierta gente, esa seguridad de decir que siguen siendo libres, que no le deben nada a nadie. Pero creo que eventualmente estas relaciones se terminan o porque uno de los dos comienza a desarrollar sus sentimientos y necesita algo más o porque después de un tiempo la relación se vuelve tan abierta, que se convierte en una separación de tiempo completo. También siento que tarde o temprano, alguno va a conocer a alguien con quien si quiera comprometerse del todo y en ese caso dejarían de tener la relación abierta. Esto, para el que es abandonado, sería horrible y deprimente. Pero bueno, a veces avalamos estas cosas para decir que estamos “evolucionando” o que somos “vanguardistas”, cuando en realidad estamos avalando no tener respeto por los sentimientos de los otros.



En el gimnasio todos son muy caballeros, cada uno espera su turno, te piden permiso para usar las cosas, se ayudan los unos a los otros cuando tienen que levantar un gran peso. En cambio en la vida real es como si en algún momento, sin darnos cuenta, perdimos toda esa caballerosidad, todo es ambiguo y poco formal. Recientemente cuando le contaba a mis amigas como me enamoré de Pedro, hasta yo me asombré de las razones por las que sucedió. Fue simplemente cuando me pidió permiso para usar mi cuchillo de la manteca. Yo hasta lo miré un segundo un poco raro, antes de enamorarme completamente, porque esos pequeños detalles de educación, son rarísimos de encontrar. Otro detalle de Pedro que me enamoró, fue algo tan simple como el hecho que me prestaba atención cuando hablaba conmigo y me escuchaba. Algo que debería hacer todo el mundo. Hace poco hablaba con un amigo que me decía que ya nadie te presta atención cuando hablás y que odiamos cuando estas contando algo e inmediatamente te interrumpen para contarte algo de ellos y nunca te dejan terminar tu historia. Es como una competencia pero finalmente lo que contás pierde total importancia.

Cuando hablo del tema de la educación siempre recuerdo a un chico de Ushuaia, con el que estuve una vez. Me quedó grabado porque era muy caballero en todo. Cuando nos fuimos de la disco, me abrió la puerta y me dejó pasar y recuerdo que llovía esa noche, y volvimos caminando. Yo estaba desabrigado como siempre, y él me ofreció su campera. Creía que esas cosas solo pasaban en las películas. Le dije que no, pero aun así el me abrazó con su campera un poco, no quería que me enferme. Será que la gente educada está lejos de las grandes ciudades?¿será que para enamorarse bien, realmente, hay que ir al sur? Hace unas cuantas semanas, mientras veía la última función de la obra Mágico 78 con Jenny McKenna, que por cierto, estuvo fabulosa y todos morimos de risa, me acordé de él. Siempre que escucho ese tema, de hecho, lo recuerdo y me hace sonreír. Además de querer dejar todo, mudarme al sur y buscarlo.



Quizás estas ediciones limitadas de hombres estén lejos, quizás estén más cerca de lo que imaginamos, solo que nunca le prestamos atención. Pero mientras los encontramos, quizás debamos nosotros mismos convertirnos en una edición especial. Quizás nosotros mismos podemos poner nuestro granito de arena en esto de ‘evolucionar’ y ser especiales, caballeros y educados. ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué te traten de raro? ¿No es acaso eso lo que hace que alguien sea especial?.

Mientras pensaba todo esto mirando a través de la ventana del gimnasio, alguien me toca la espalda y yo obviamente, salto del susto. Era Pedro, que se despedía. Nos dimos un beso y un abrazo. El me agarró del hombro, yo temblaba pero me encantó. Mientras lo observaba irse pensaba en lo afortunado que era su novio por tener una edición limitada y que espero que lo valore como lo merece. En cuanto a mí, como dice la canción, esperaré a que se me pase y me volveré a enamorar.

Pablo M. Acuña
pabl3te@hotmail.com


Pregunta para el foro: ¿tuviste alguna vez una relación con una edición limitada de hombre?