martes, 4 de diciembre de 2007

Sexo, Drogas & Desaparición


No hace mucho, en un sábado por la noche, finalmente el chico que me gustaba hace meses (a quien nunca me animé a hablarle) se me acerca y me dice: “sos muy lindo, vamos a los reservados”. Yo sorprendidísimo obviamente acepte. No lo podía creer. Unos cuantos besos después trato de conversar con el. Es cuando me doy cuenta que había estado tomando y que no estaba muy bien. Hasta ahí era todo normal, claro que mas tarde me di cuenta que en realidad estaba bastante perdido y que no era solamente por el alcohol. Casi no podía mantenerse en pie.
De repente se soltó y me dijo que se iba a su casa, intente acompañarlo pero no me dejó. Quede algo preocupado.El siguiente fin de semana lo volví a ver, esta vez estaba sobrio y en pie. Me acerqué y lo miré para ver si se acordaba de mí. Y no paso nada. Después de unas cuantas horas de baile, me dirijo hacia el baño y lo veo salir con un vaso de cerveza. Y ahora si me abraza y me da un beso. La historia se repitió varias veces. Hasta hoy no puedo saber si le gusto o la mezcla química que hace antes de encontrarme es la que hace que se sienta atraído a mí. Antes el problema era el cigarrillo y logramos de alguna forma acostumbrarnos a que nos fumen y esos besos que se sienten algo ásperos. También nos acostumbramos al alcohol, porque no quedaba otra. Claro que ahora alguien tuvo la genial idea de duplicar la apuesta y vender vasos gigantes que no solo incrementan al porcentaje de próximos alcohólicos anónimos, sino también la posibilidad de que una de estas personas, en uno de sus no tan estables pasos, nos tire litros de alcohol en nuestra ropa nueva. Como si fuera poco, ahora se suman las drogas (de todo tipo, color y forma) y los energizantes para extender la intoxicación. No es novedad que en lo que la gente llama “el ambiente” se mueve mucha droga, en realidad pasa en todos lados. De mis doce contactos conectados ahora, nueve consume o consumió drogas en algún momento y cinco de ellos son homosexuales.
Si bien no todos consumimos, no podemos negar que sabemos como conseguir o conocemos a alguien que lo hace o que nos podría vender. Tampoco podemos negar que alguna vez pensamos en hacerlo o por lo menos sentimos esa curiosidad. Pero sé que hay gente que sabe controlarse y a pesar de todo puede no caer en la tentación de hacerlo. También seguramente debe haber algunos que lo hacen sin excederse. Y es que llegamos a un punto en que en lugar de decir “NO TE DROGUES”, decimos “NO TE DROGUES TANTO”. ¿Pero cuánto es demasiado?¿Cuál es el limite? Eso depende de cada uno, y aunque parezca algo que siempre nos repiten y nunca escuchamos deberíamos comenzar a tomar conciencia de que la combinación es verdaderamente peligrosa. Perder el control de los sentidos puede llegar a ser fatal. Si no podemos pararnos ¿como se supone que podemos manejar, cruzar la calle con cuidado o hasta recordar usar preservativos?
Con las drogas todo parece divertido al principio. Estás con tus amigos, la música, el alcohol, las risas y pasa de ser algo exclusivamente del fin de semana, a ser completamente semanal. Y poco a poco vas dependiendo más de ellas, y ni todas las horas de mal estar posteriores te hacen reflexionar. Después ni tus amigos te reconocen porque estuviste todo un mes encerrado, inventando que estudiabas y faltando a la mayoría de tus materias que seguramente te harán perder un año de tu carrera.
Y nosotros los que estamos del otro lado, tratamos de ayudarlos lo más que podemos, los acompañamos hasta sus casas para que no les pase nada. Les aconsejamos que no se vayan con ese tipo que no conocen o que no lo mezclen con tanto energizante. Pero nada parece detenerlos y de a poco desaparecen y dejan de ser nuestros amigos, nuestras parejas, nuestros novios. Duele perderlos, lo se porque me pasó. Es por eso que cuando conozco a alguien que sé que consume tengo que pensarlo bien antes de involucrarme, porque no es nada fácil amar alguien que se está destruyendo. Muchos se sienten juzgados y hasta discriminados, pero tienen que comprender que no todos nacimos para ser enfermeros.
Como si no fuera, de por si, difícil encontrar nuestra media naranja, antes nos preocupaban cosas como el aliento, si masticaba con la boca abierta o si era bueno en la cama. Ahora tenemos que conformarnos con que este lo suficientemente conciente y viviendo en esta dimensión. ¿No les parece demasiado?

Pabl3Te

1 comentario:

Anónimo dijo...

Somos seres humanos imcomprendibles pero capaces de comprender. Todos lo días me bombardean pensamientos de que si he vivido lo suficiente como para darme por bien servido. Que si hago bien las cosas, que si estoy bien, soltero y sin ninguna atadura. Que más da. A lo que voy es que al final de cuentas lo que en realidad nos debemos de cuestionar es: Que tanto es tantito? Saludos desde Veracruz, México. Me encanta tu columna. Rafael Angel. 24.