jueves, 5 de marzo de 2015

El Talentoso Sr. Q


Estaba en una cita con alguien nuevo que había conocido las redes sociales. Solo un poco más grande que yo, alto, atlético, con una linda sonrisa y de esas personas que tienen 'cara de bueno'. Le vamos a decir Sr. Abrazo, por los hermosos abrazos que daba. De esas personas que le encantan los abrazos y les gusta que duren mucho. Ya casi que me había olvidado de lo mucho que me gustaban a mí. Es lo que pasa cuando estás obsesionado mucho tiempo con alguien que no te es reciproco (hablo del Sr.Q, mi más larga y extenuante obsesión) comenzás a olvidarte de cómo eras antes de adaptarte a las mínimas señales de afecto. Al menos eso me pasa a mí. Recuerdo todo lo que quería antes de conocerlo, antes de estar pensando constantemente en él y en como es, y desviviéndome por alguna demostración ínfima que me diera algún tipo de esperanza.

El Sr. Abrazo me había invitado a su casa, la que había pasado todo el día limpiando, había ido al supermercado más temprano, para cocinarme esa noche. Había preparado la música que íbamos a escuchar mientras comíamos. Y sin embargo, mientras el terminaba de preparar la comida, yo desde su balcón pensaba si se veía el edificio del Sr. Q desde ahí, con quien estará y que estará haciendo. ¿Por qué siempre es así?¿Por qué no valoramos lo que tenemos en el momento? ¿Por qué, después de todo este tiempo, todavía tenía esperanzas?¿Hasta cuándo?

Traté de suicidar los pensamientos sobre el Sr. Q desde ese balcón y focalizarme en la cita. Nos sentamos a cenar la comida que me había preparado con dedicación: un exquisita carne al horno con verduras y comenzamos a hablar sobre nuestras vidas. Cosas super personales para una primera cita: sobre nuestras familias, nuestros ex, nuestras carreras y aspiraciones, ahí me di cuenta que hacía mucho que no contaba esas cosas personales. Es otra de las cosas que suceden cuando te obsesionas con alguien por mucho tiempo, te olvidás de tu propia vida y de cómo eras antes de que todo sucediera. Recordé lo mucho que me gustaban las citas, conocer a alguien desde cero. El Sr. Abrazo comenzaba a mirarme fuertemente mientras conversábamos, casi que podía masticar su mirada. Eran como esas miradas que le hacía a escondidas al Sr. Q de vez en cuando, cuando no me miraba, y me preguntaba si alguna vez las había sentido. O si me había descubierto alguna vez estudiando sus reacciones y movimientos, que es algo que me encanta hacer. No de una forma 'obsesiva psicópata de asesino serial', creo que es algo que me sale naturalmente cuando estoy enamorado de alguien y al mismo tiempo porque como escritor siempre estoy observando todo para después describirlo detalladamente en columnas como estas ja.



Terminamos de cenar y pasamos al living, Y en el medio de la conversación me preguntó: - ¿Te gusta esta música?. - Si, le contesté, era una especie de bossa nova, entonces se paró y fue a subir el volumen. Yo me paré a dejar el trago, él me tomó de la mano y comenzó a moverse con la música. Me hizo gracia, era todo muy cursi. Ahí recordé lo cursi que solía ser antes del Sr. Q. Y es que cuando te obsesionás con alguien, de repente, adquirís rasgos de la otra persona, inconscientemente, quizás para gustarle más o para generar más empatía, quien sabe. A veces, te convertís en otra persona totalmente diferente.

Por supuesto que la culpa era mía, eso lo sabía. En un juicio, nunca podría culpar al Sr. Q de nada, porque todo lo hizo tan meticulosamente que no tendría pruebas para demostrar las veces que miró diferente, sus gestos románticos, podrían simplemente ser gestos amistosos. No puedo culparlo por las cosas que estaba dispuesto a dejar por él, porque eso lo hice enamorado. No puedo culparlo por su frialdad, porque quizás una parte de mi se enamoró de esa parte de su personalidad. Ni tampoco puedo culparlo por aparecerse en mi mente cuando la estoy pasando bien con alguien nuevo como en este momento.

Bailamos un rato con el Sr. Abrazo y después la música terminó. Entonces comenzaron los besos. De esos besos largos y apasionados contra la pared. Me había olvidado lo bien que se sentían los besos seguros de sí mismos. No eran para nada como los besos del Sr. Q, una de esas noches de borrachera, dudosos, quizás por calcular mal la distancia, en un taxi a oscuras. Este beso era un beso de alguien que quería estar conmigo, alguien que estaba seguro de lo que quería. Y es que cuando te gusta alguien, tratás de darle a esa persona, de vez en cuando y en la medida de lo posible, lo que quiere. Y créanme, se siente maravilloso. ¿No es acaso esa la verdadera y más pura manifestación del verdadero cariño?

Me invitó a que pasemos a su habitación y todo se puso más caliente. Demasiado caliente, la excelente noche que habíamos pasado lo ameritaba. Y en ese momento, en el mejor momento del sexo, me sucedió algo que no me había pasado antes. Mi mente se separó de ese momento y comencé a pensar en el Sr.Q. No para calentarme ni nada por el estilo, de repente, comencé a pensar en cómo sería tener sexo con el Sr. Q. Estar y compartir ese momento con él. En si nuestros besos serían apasionados o románticos o buenos o malos. Como se sentiría estar con él en la cama. Si me daría pudor, si le daría pudor a él. Si sería el momento más hermoso de mi vida o si sería raro. Es como que se me apareció muy claramente, casi que lo podía ver ahí con nosotros ¿Cómo había hecho el Sr.Q para meterse en mi mente en ese momento? No tenía idea, debe ser uno de sus talentos. Uno de sus malditos talentos. O quizás era uno de mis defectos, no poder disfrutar de los buenos momentos y concentrarme en lo que no puedo tener. Debería ver el vaso medio lleno, entonces ¿cuál era mi talento?¿Ver la esperanza donde no la hay?¿estar enamorado de alguien a pesar de todas la veces que la pasé mal en esta no-relación?¿olvidarme de todo cuando lo veo y solo pensar en el cariño que le tengo? Quizás mi talento era: ¡mantener una erección pensando todo esto!


En ese momento decidí que tenía que volver en mí, matar de mi mente al Sr. Q y volver a los brazos del Sr. Abrazo. Me concentré muy fuerte y volví. El Sr. Abrazo no lo notó por suerte y terminamos la noche abrazados en su cama, acariciándonos hasta dormirnos.

A la mañana siguiente, mientras me bañaba en la ducha del Sr. Abrazo, trataba de lavar mis pensamientos del Sr. Q, como si pudiera enjuagarlo de mi mente, pero quizás no había suficiente jabón.



Me comencé a vestir antes de irme, el Sr. Abrazo se acercó para abrazarme un ratito más y yo pensaba en si estaba listo para comenzar una nueva relación, en lo bueno que sería enamorarme de alguien nuevo y, si algún día, iba a tener el talento del olvidarme del Talentoso Sr. Q.

Pablo M. Acuña

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Pregunta del foro: Alguna vez teniendo sexo con un chico ¿se te cruzó por la mente otra persona?