miércoles, 30 de diciembre de 2020

Manteniendo Distancia




‘No voy a decir que fue difícil, aunque lo fue. Traté de no quedarme pero fue peor. Estuve manteniendo distancia. Sólo quiero saber lo que estás pensando. No puedo explicar la manera en que duele. Ahora que lo nuestro terminó. Soy muy malo siguiendo la corriente. Estuve escondiendo mis sentimientos, estuve manteniendo distancia’. Ruel

 

Después de más de un año me preparaba para ver nuevamente al Sr. Q. Había regresado al país de visita por unos días. La verdad, había sido un año emocionalmente desgastante, no sabía si estaba demasiado preparado. Pero bueno, ya era tarde para bajarse del plan. Lo invité a tomar unos tragos y cenar en un lugar nuevo en Güemes. Tengo que admitir que estaba un poco ansioso y nervioso. Recordaba lo que le dije en nuestra despedida: ‘Cuando nos volvamos a ver, todo va a ser diferente’. Pero ¿realmente habíamos cambiado en este tiempo separados?

Durante los últimos meses creo que lo había logrado. Creo que mantener distancia y quizás hasta ser un poco más frío con el Sr. Q, había ayudado a que, poco a poco, lo vaya superando. Y no fue nada fácil. Lo más complicado fue no comparar TODO con él. ¿Vieron cuando están conociendo a alguien nuevo y de repente hay algo en tu interior que sabe que los sentimientos no se sienten igual de fuertes que antes? ¿Igual a cuando realmente estabas enamorado?. A veces uno hace el esfuerzo y sigue empujando para volver a sentir lo mismo, hasta que finalmente acepta que todos los sentimientos hacia otra persona, son igual de diferentes que las personas en sí. Tampoco todos los flechazos de enamoramiento se sienten al instante, es decir, al principio de la relación. Algunos tardan en llegar, y otros ni siquiera son tan fuertes. Son como esos flechazos tirados a distancia que se clavan débilmente y se terminan cayendo del blanco.


En el camino a nuestro reencuentro, bordeando La Cañada, me preguntaba si iban a regresar esos sentimientos. Si es como dicen que el cuerpo tiene memoria e iba a sentir nostalgia, si iba a ser como una reunión de viejos amigos o iba a ser algo tan abrumador como para que me de un ataque de pánico. Esperemos que no.

Lo esperé en la puerta del lugar y, de repente, apareció entre la multitud. Y si, fue un poco abrumador. Estaba más lindo de lo que lo recordaba. En ese entonces todavía no usábamos tapabocas. Mi corazón comenzaba a presionarme el pecho y lo que hizo instantáneamente mi cara fue sonreírle. Él también y hasta se puso colorado. Yo solo pensaba: ‘no te olvides de respirar, no te olvides de respirar’. Nos abrazamos fuerte y sentido, como se usaba antes ¿se acuerdan?. ‘Decíme que me extrañaste’ me exigió en broma. ‘Si supieras’ pensé por dentro. ‘Obvio que te extrañé' le dije. Todo estaba muy bien hasta ese momento. ‘El es Manuel, un amigo’ me dijo señalándome a un chico que estaba detrás suyo. La música épica que sonaba en mi película mental frenó en seco. Yo balbuceé un ‘Hola’ y le di la mano todavía descolocado. El chico también estaba un poco descolocado, como si le hubiesen avisado improvisadamente que iba a compartir la cena con un desconocido. ‘¿Entramos?’ pregunté, aunque en realidad ya me quería ir. Esto no era lo que tenía en mente. 



El Sr. Q, estaba de buen humor, como si la situación no fuera nada extraña. Yo trataba de descifrar si en realidad había venido a presentarme su nuevo novio. Dudo que sea así de cruel ¿o no?. Después de un rato, me relajé. Claramente, para él, este era un reencuentro más. Manuel y yo, éramos un rejunte de planes de su agenda. Yo me imaginaba algo más íntimo. Pero bueno, era lo que había. Cenamos tranquilos, conversamos de todo un poco. Manuel estaba un poco tímido/incómodo y de vez en cuando trataba de incluirse en la conversación. Quizás él también se esperaba algo íntimo y terminó conmigo de chaperón en la mesa. Si tenía que leer su lenguaje corporal, era bastante obvio a Manuel le pasaban cosas con el Sr. Q. Si bien no soy experto en lenguaje corporal, si soy experto en Sr. Q. 


En un momento Manuel fue al baño y quedamos solos y tuve que preguntarle al Sr. Q por él. Me dijo que era un ex compañero del gimnasio, que sólo podía ver ese día. ‘Si claro, “compañero de gimnasio”’ le dije bromeando. El se rio y replicó: ‘De verdad...nada que ver’. Le creí, pero al mismo tiempo, el Sr. Q. era especialista en ignorar cuando alguien está enamorado/obsesionado con él. Eso lo sabía de primera mano. La cena continuó, tomamos unos tragos más. Y a veces, mientras el Sr. Q. me contaba algo sobre su vida en el exterior, observaba a Manuel ahí a su lado, mirándolo perdidamente, embobado, atendiendo a cada una de sus palabras como si tomara apuntes con los ojos. Tuve un flashback a cuando ese era yo y me vi reflejado en Manuel. ¿Así de obvio e hipnotizado me habré visto?. Seguramente.

Empezaron a llegar mensajes al grupo de Whatsapp de mis amigos. Esa noche había previa y salida. Yo había considerado no salir esa noche y quedarme con el Sr. Q todo lo que fuera necesario. Pero viendo y considerando que esta cena ya no tenía sentido, decidí que iba a irme con mis amigos. Porque como dice la canción: ‘Creo que ya vi esta película y no me gustó el final’. Me despedí del Sr. Q con la falsa promesa de que nos íbamos a volver a juntar antes de que se fuera. Pero él y yo sabíamos que era mentira.

Ya en la fiesta, junto a mis amigos la estábamos pasando genial. Era una de esas fiestas gigantes donde te cruzás con todo el mundo. Y menos mal que fuimos, porque iba a ser una de las últimas fiestas multitudinarias a la que íbamos a asistir por un laaaaargo tiempo. Celebramos con mucho baile y brindis de fin de año. Y personalmente yo celebraba que el capítulo del Sr. Q. había quedado atrás. Finalmente tenía razón: todo entre nosotros fue diferente. La distancia física y emocional, sumado al paso del tiempo, habían logrado que pudiese darle un punto final a la historia de la extensa saga del Sr. Q.


Mientras esperaba un trago en la barra, a la distancia tuve el segundo reencuentro de la noche. Era Samuel. Claro que estaba ahí, todo el mundo estaba ahí. Entre la oscuridad y casi a escondidas con un chico. Un chico al que yo conocía. Lo miré, nos miramos. Él se puso incómodo y yo también. Tomé mi trago y me escapé rápidamente de ahí. 

Al final de la fiesta. Fuimos a desayunar con mis amigos. Y me llegó un mensaje de Samuel para que nos juntemos como en los viejos tiempos. Si esta era la noche (o la madrugada) de cerrar capítulos de novelas, esta era una que necesitaba cerrar. Así que le dije que sí.

Cuando llegó, todo fue muy diferente a la primera vez. No había besos en el palier del edificio, ni tensión sexual en el ascensor, ni besos apasionados contra la pared del pasillo. Creo que él sabía que necesitaba entender que pasó la última vez que nos vimos. Era una madrugada fresca de primavera, así que salimos a conversar al balcón. Y ahí se sinceró. Me dijo que esa noche que sus amigos aparecieron de repente, me soltó la mano porque no quería que supieran que estábamos teniendo algo. Porque hacía años estaba enamorado en secreto de uno de sus amigos. De alguien de su grupo de amigos, que por cierto, en el pasado, hasta yo había estado enamorado de él, pero obviamente no dije nada. Y por eso hacía todo en secreto conmigo. No quería que nadie lo supiera. Por eso cuando preguntaron por mi, negó que me conocía. Misterio resuelto. Me dijo que estuvo a punto de confesarle todo muchas veces, a veces parecía que se le iba a dar y otras veces, sentía que nunca iba a poder superarlo. Y se enojaba y frustraba porque inconscientemente comenzaba a autoboicotear todo intento de relación nueva. Una vez más, en menos de 24 horas, me vi reflejado en alguien más. Y lo entendí. Claro que lo entendí.


Luego de su sincericidio, Samuel recordó que me debía mi regalo de cumpleaños. Y me robó un beso. No era un beso romántico, más bien tenía sabor a consuelo, ese consuelo al que sólo podíamos abrazar con los labios. Comenzamos como siempre con un krampack y nuestros cuerpos se recordaban mutuamente porque casi que todo fue bastante automático, instintivo, seguro. Una cosa llevo a la otra y así fue como una vez más, terminamos estando juntos. Mientras él dormía plácidamente, como cualquiera que se saca un gran peso del pecho. Yo no podía dormir. Ya no me sentía tan cómodo conciliando el sueño a su lado. Salí al balcón para procesar todo lo que había pasado esa noche y porque hice lo que hice. Mientras veía el amanecer me preguntaba ¿había hecho bien en reencontrarme con mis dos últimos capítulos importantes o hubiese sido mejor mantener distancia de ambos? En las sabias palabras de John le Carré (Q.E.P.D): ‘A veces tenemos que hacer ciertas cosas para así encontrarles una razón. A veces nuestras acciones son preguntas, no respuestas’. 

Escrito Por Pablo M. Acuña


Pregunta para el foro: ¿Alguna vez te enamoraste en secreto de uno de tus amigos?


jueves, 19 de noviembre de 2020

Treinta y Seis Velas



´¿Puedo llamarte en tu cumpleaños? ¿sólo para ver si estás bien?, ¿o preferís que me convierta en un fantasma y te deje seguir tu camino?. Si te llamo en tu cumpleaños ¿valdrá la pena?...¿te lo mereces?’ Disclosure feat. Kehlani & Syd



A días de mi cumpleaños, mi familia me invitó a un viaje relámpago a Buenos Aires, y yo, si hay algo que necesitaba eran nuevos buenos aires. Viendo todo en retrospectiva, que bueno que acepté. Yo me conozco, si me quedaba en mi depto iba a entrar en un espiral en el que no quería entrar, pensando en todas las cosas que hice mal con Samuel y castigándome innecesariamente por cosas que seguramente no hubiese podido controlar. Rápidamente hice una valija y me fui dejando atrás todo el conflama. Aunque iba a festejar con amigos a mi regreso a Córdoba, un tiempo en familia era justo lo que necesitaba.


Para evitar caer en la depre-pre-cumpleaños, durante el viaje organicé y envié unos mensajes a mis amigos de Buenos Aires para visitarlos y armé planes. El primero en contestar fue Lucas (en realidad no se llama así, pero digamos que si), un amigo bonaerense que no veía hace años. Nos habíamos hecho amigos hace muchos años por facebook y en uno de mis viajes lo pude conocer en vivo. Pero siempre fue todo en plan amistad, nunca nos confundimos ni entramos en el mambo de amor a distancia. Me invitó a unos tragos pre-cumple, y yo, si hay algo que necesitaba eran unos tragos. Fuimos a unos de mis bares favoritos y entre papas fritas y tragos nos pusimos al día. Me contó que estaba contento porque hacía unos meses era indetectable. Hacía un par de años que vivía con VIH y ahora que era indetectable significaba que también era intransmisible. Era algo que quería lograr desde que se enteró que era positivo, yo fui al primero que se lo contó y por eso le ponía contento cerrar esa etapa brindando conmigo. Me contó que se separó de su novio, después de 5 años, y todo lo tortuoso que fue dejar de vivir juntos, la mudanza y todo eso. Ahora estaba conociendo a un chico nuevo y por ahora, iba todo bien. Yo en cambio le conté de la partida del Sr. Q, de la resurrección repentina de mi ex y por supuesto de Samuel. 



Lucas opinó que quizás, Samuel, tenía de esos amigos complicados y que quizás no me quería exponer a eso. Él tenía experiencia con eso de conocer a los amigos de tu novio y que lo destraten. Y si, conocer a los amigos de tu novio, a veces, es como conocer a los padres. Sobre todo si entre esos amigos hay alguno de esos amigos celosos. Pero no vamos a entrar en esto ahora. De todas formas, con Samuel habíamos hablado muchas veces de sus amigos y nunca me había dicho algo así, creo que lo hubiese entendido. Nuestra conversación es interrumpida por un llamado. Un amigo de Lucas lo invitaba a salir a un pub y en el medio de la llamada me preguntó si lo quería acompañar. Yo solo lo miré y dudé. ‘Si, vamos, yo lo convenzo’ le contestó a su amigo. No estaba seguro si estaba de humor para conocer extraños, pero que bueno que acepté.

Un subte más tarde, llegamos al pub y nos encontramos con sus tres amigos. Dos de ellos estaban de novios entre sí. Lucas me presentó efusivamente al soltero, al que llamaremos Andrés. Inmediatamente nos enviaron a mi y a Andrés a pedir tragos a la barra, y era muy obvio el plan de todo esto. Ahí conversamos un poco, porque, seamos sinceros, aunque no tengo un tipo de chico específico que me guste, Andrés era el tipo de chico que me gusta ¿se entiende?. Lo que sí, era de la edad de Lucas, eso es un par de años más joven que yo. Pero en ese momento, en esa noche y en otra ciudad ¿a quién le importaba?

Conversamos un poco de la vida, me preguntó mi situación sentimental de inmediato, a lo que respondí cual estado de facebook: ‘Es complicado’. Le conté que casi me había escapado de Córdoba un rato para no pensar. Y aquí estaba pensando en Samuel de nuevo. Me contó que él había terminado una relación hace 2 semanas y también estaba en ese limbo de sentimientos. De repente, ahí, en el medio de toda esa gente, esperando el trago, o por el calor o por haber hablado de Samuel, comencé a sentirme extraño. Por suerte, los tragos estaban listos. Los llevamos a la mesa e inmediatamente supe lo que me pasaba, estaba teniendo un ataque de pánico. Necesitaba tomar aire, así que salí un rato afuera. Andrés me acompañó. 


‘¿Estás bien?’ me preguntó. ‘Si, creo que estoy teniendo un ataque de pánico, pero ya se me pasa’. Respiré profundo y me concentré para que pasara rápido. Andrés era estudiante de medicina, así que entendió, me dio algunos consejos y me tranquilizó hasta que se me pasó. ‘¿Querés que nos sentemos allá que hay más aire?’ me preguntó. ‘Dale’. Lucas salió para ver qué pasaba y nos trajo los tragos. Conversamos un rato de nuestras experiencias con los ataques de pánico y hablamos un poco de las cosas que los provocaban y cómo es diferente para cada uno. Bromeamos un poco y nos distendimos.

A las 12 brindamos por mi cumpleaños. Había sobrevivido los 35. Comenzaron a llegarme mensajes de algunos amigos. Era algo extraño estar celebrando con extraños mi cumple, pero me alegraba de estar haciéndolo. Si me hubiese ido temprano al hotel, seguramente iba a estar dando vueltas en la cama y pensando en Samuel.

Más tarde el novio de Lucas iba a pasar a buscarlo en auto, me ofreció llevarme a mi hotel, pero ya que estaba cerca, decidí volver caminando. Andrés se ofreció a acompañarme, le quedaba de camino a su depto. Lucas comenzó a mensajearme a escondidas desde el otro lado de la mesa sobre Andrés. Me preguntó si había onda y me contó algunas otras cosas sobre él y nos dio el visto bueno. ‘Divertite, es tu cumpleaños’ me escribió. Y le hice caso.

Caminando hasta el hotel con Andrés, por esas calles poco iluminadas de Palermo, Andrés estaba un poco silencioso, y yo conocía ese silencio, era el silencio pacífico de ‘acá está pasando algo’. Llegamos a la puerta del hotel, y cuando nos íbamos a despedir, me preguntó: ‘¿Vas a estar bien?’. Le sonreí: ‘Si, mi familia está en hotel’. Se puso vergonzoso y me preguntó: ‘¿No querés seguirla en mi depto?’. ‘Emm, no sé, mañana me tengo que levantar temprano’. Era verdad, iba a celebrar con mi familia. ‘Bueno, todo bien’. ‘Nos vemos entonces’. Y nos quedamos mirando y sonriendo. Y me besó en la boca. Un beso largo y tendido. No fue EL MEJOR BESO DEL MUNDO, fue un poco raro y lleno de nervios, pero estuvo bien para ser el primero. Me abrazó y me dijo al oído: ‘Feliz cumpleaños’. Nos separamos, porque justo el conserje nos vio desde adentro y se hizo el distraído. ‘Nos vemos’. Nos despedimos. Y justo antes de entrar al hotel, recordé las palabras de Lucas. Me di vuelta y lo perseguí. Acepté su invitación. Y que bueno que lo hice. 


En su departamento continuamos la conversación, indagué un poco más sobre su ex de hace 2 semanas. Me contó que hacía más de un año venía intentando dejarlo. Pero a veces le costaba darse por vencido y me dijo que no sabía porqué, pero a veces, no quería aceptar que se había equivocado, que había elegido mal y confesarle eso a sus amigos y familia, le daba un poco de vergüenza. Y lo entendí, todos conocemos esos casos de conocidos que siguen en relaciones que no merecen, solo para demostrar que eligieron bien. ¿A quien le gusta, sobre todo en este país, admitir que se equivocó en una convicción?

Después de unos besos relajantes y unas caricias en el sillón, me invitó a la habitación. No sin antes preguntarme si me sentía bien, por todo lo del ataque de pánico y eso. Le dije que ya me sentía mejor. Y era verdad. ‘Sé primeros auxilios’ bromeó.

Antes de comenzar con lo nuestro, me quiso dar unas indicaciones. Le gustaba que en el medio del acto sexual, lo tomen del cuello y me preguntó si me animaba a hacerlo. Sonreí. ‘Si, me animo’. ‘No muy fuerte’ insistió. ‘Si, entiendo. Apretar sin presionar. No es la primera vez que me lo piden’ contesté. Lo que era cierto, pues, años de experiencia. De hecho no es la primera vez que un estudiante de medicina me lo pedía. Seguramente algo que ver con la pulsión de muerte. No sé. Y todo estuvo increíble, los besos mejoraron un montón y seguí sus instrucciones al pie de la letra. Para mi no hay nada más erotizante que ver a alguien disfrutando del sexo e ir descubriendo las cosas que le calientan al otro. Si hubiese sabido que esa iba a ser una de las últimas veces que iba a tener sexo antes de la pandemia, quizás lo hubiese disfrutado un poco más, quizás lo hubiese besado un poco más. Me quedé unas horas más en su cama y dormitamos un poco, pero me tenía que ir. Se ofreció a acompañarme, pero le dije que no hacía falta. Nos despedimos con un fuerte abrazo y unos besos más. Ojalá me hubiese quedado abrazado un ratito más.

Regresé al hotel, ya casi estaba amaneciendo. El sexo me había abierto el apetito, así que me autoregalé unos muffins en el camino. Me dormí leyendo y contestando mensajes de cumpleaños. Me mensajeé con algunos amigos que estaban despiertos y algún que otro ex que, como siempre, aparecen en los cumpleaños. Muy a mi pesar, no podía sacarme de la cabeza una pregunta: ¿me saludará Samuel?¿recordará mi cumpleaños o acaso había dejado de existir para él?

Ahora viendo todo en perspectiva, por supuesto que todo lo de Samuel me parece muy poco significativo, pero en ese momento no dejaba de pensar en él. Quería verlo una vez más, y tener una última conversación. Algo que en realidad odio, eso de encontrarse con alguien para tener una charla seria para terminar definitivamente. Pero todo había sido tan repentino, y sin explicaciones, que necesitaba ese cierre, aunque sea un mensaje me hubiese servido en ese momento.


A la mañana siguiente me despertó mi familia, me llenó de cariño y abrazos. Y fuimos a almorzar todos juntos. Al soplar las velitas, pedí 3 deseos, ojalá se cumplan pronto. Si hubiese sabido que el siguiente cumpleaños íbamos a estar todos separados, hubiese aprovechado mucho más esos momentos, los hubiese abrazado un poco más, hubiese valorado mucho más el estar todos juntos y celebrando. Aunque pasé bastante parte del día y del viaje con ellos, en estos momentos no me parecen suficientes. Lo que daría por estar con ellos ahora paseando libremente por Buenos Aires.

Esa tarde recibí un llamado de cumpleaños que no esperaba, era un número de otro país. Era el Sr. Q. Me sorprendió su llamado, hacía meses no sabía nada de él. Nos quedamos conversando un largo rato, y nos pusimos al día. También me sorprendió con la noticia de que en unas semanas iba a volver unos días a Córdoba y me dijo que organizara algo para que nos veamos. Y aunque todavía estaba procesando todo lo de su llamado, le dije que sí. 


En el viaje de vuelta a Córdoba, pensé que volvía un año más grande, pero me alegraba haber dicho ‘si’ al viaje. Haberle dicho ‘si’ a la invitación de Lucas, ‘si’ a la invitación de Andrés. Elegí bien. Aproveché los momentos que tenía que aprovechar y los disfruté al máximo. ¿Acaso esto es crecer? ¿Saber juzgar mejor los momentos, la gente con la que te rodeás? Quizás si era eso. Eso y saber cómo evitar los malos ratos, o al menos aplacarlos por un rato. Elegir cosas que te hacen bien, personas que te hacen mejor. Y si en el camino algo sale mal y cometo algún error, siempre tendré el cariño de su familia y los amigos, de aquí, de allá y de más allá, los que hice a lo largo de este extenso camino de treinta y seis años. 

Escrito Por Pablo M. Acuña


Pregunta para el foro: ¿Tenés algún asunto pendiente con algún ex?¿te gustaría pasar un momento más con alguno de ellos?

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Tostadas


‘Mi único error es necesitarte más de lo que vos me necesitas....Aún así te baño en mi afecto...Porque amarte se siente como tostadas francesas en la mañana, ¿cómo podría ser mejor?. Decíme cómo hago para que me ames y lo hago…’ - Hobbie Stuart


Salté de la cama después de un sueño profundo. Era la cuarta vez que despertaba junto a Samuel. Al haber pasado más de un mes y medio desde nuestro primer encuentro, me había relajado tanto a su lado que había logrado dormir plácidamente. Si bien me había confesado que era prácticamente asexual, quemábamos calorías con nuestras largas sesiones de besos y algo más.

Aproveché que él todavía dormía y fui a preparar un desayuno para sorprenderlo. Lo quería sorprender como él lo hizo la primera vez que pasé la noche en su casa. Mientras preparaba las tostadas pensaba el tiempo que había pasado desde la última vez que hice desayuno para dos. ¿Hacía cuánto que no usaba otra taza que no fuera la mía?¿hacía cuánto no hacía tostadas en cantidad?¿hacía cuánto no desayunaba mirando a una persona a los ojos, en lugar de una silla vacía?¿hacía cuánto no disfrutaba de preparar una comida para alguien más?¿Acaso me estaba empezando a enamorar de Samuel?¿A él le pasará lo mismo?

No nos veíamos mucho, hasta ahora siempre que nos vimos fue por iniciativa de él, y siempre a nuestros encuentros llegaba con muchas ganas de besar, acariciar y hasta morder, ¿pero era sólo eso?¿extrañaba algo más que la parte sexual dentro de su grisexualidad?¿extrañaba la intimidad de nuestros besos o la sexualidad de nuestros besos?


Por supuesto era muy pronto para hacer este tipo de planteos. Era la primera vez que salía con alguien asexual (grisexual en realidad), claro que en esa época no sabía bien que significaba o lo que implicaba. Creo que ni él lo sabía bien. Pero de alguna forma me lo había explicado y lo comprendí. Entendí que él no siempre iba a tener esa pulsión sexual, ni las ganas y a veces ni siquiera formas de demostrar afecto. Lo más cercano a una situación así, fue cuando tuve sexo tántrico con un holandés. Pero eso es otra historia para otro momento. 

Tampoco quería como comenzar a presionarlo, o ser intenso, porque me parecía hasta egoísta de mi parte. Mi desafío, en un punto, era deconstruir la manera que yo tenía de concebir, no solo el sexo, sino también la relación sentimental y afectiva que teníamos. Además él había sido muy claro conmigo desde la primera vez que nos vimos. Me explicó todo y me dijo como era él y sus restricciones, lo que le gustaba y lo que no. Es lo bueno de abrir la comunicación desde el principio. Entonces me propuse disfrutar los momentos que teníamos de intimidad y llegar hasta dónde él quiera y cuando quiera. Sentí olor a quemado, y no era mi cerebro planteándose todo esto, eran las tostadas que se estaban quemando.

Sentí movimiento en la habitación, así que rápidamente hice unas nuevas tostadas para sorprender a Samuel. Llegó a la cocina despabilándose y quedó gratamente sorprendido. Después de un lindo beso, o dos, o tres, nos sentamos a desayunar y conversamos sobre lo que teníamos planeado para ese sábado. Le dije que ese finde tenía que terminar si o si la columna que estaba escribiendo. ‘¿Qué columna?’ me pregunta. ‘Emm, las de Sexo Gay En La Ciudad’ le digo, creyendo que ya habíamos hablado de esto. ‘Ah, nunca te pregunté sobre eso’ me contestó. Y me preguntó si era sobre historias reales. Y obvio que le dije que sí y se puso un poco extraño. ‘¿Y estás escribiendo sobre mi ahora?’ - me preguntó curioso pero asustado. Yo me sonreí. Le expliqué que por lo general las columnas van a destiempo con respecto que mi vida real y que uso nombres falsos para mantener el anonimato de los chicos que conozco. ‘¿Ninguno se enojó?’ me interrumpe. ‘Si, al principio, pero muy pocos. Creo que sólo 2’ - me reí incómodo- ‘en las primeras columnas daba muchos datos en sus descripciones y alguno que otro se dio cuenta’. ‘¿Y vas a escribir sobre mi?’ me interroga serio. ‘Emm, no sé, capaz algún día’, le contesté. Se hizo un silencio incómodo, solo se nos escuchaba masticar tostadas. ‘Si no querés no, obvio’ le aclaré. ‘No, si no usas mi nombre real, todo bien’ me dijo. ‘Voy a escribir que no te gustaban las tostadas quemadas’ sonreí mirando el plato con las tostadas quemadas que había desechado. Se rió y se descomprimió el momento tenso. Quizás por esta razón tardé tanto en escribir sobre él. 


Después de desayunar volvimos un rato a la habitación, me ayudó a acomodar y el juntó sus cosas. Prendió su celular y comenzaron a llegarle muchos mensajes, lo tenia en vibrador, pero eran muchos y se puso incómodo. ‘¿Grindr?’ le pregunto bromeando. Sonríe y se guarda el celular para seguir acomodando. 

Una parte de mi quería invitarlo a hacer algo ese sábado con sol de invierno. Pasear por ahí o ir al cine. Nunca habíamos hecho un plan así hasta ahora, siempre teníamos juntadas semi clandestinas después de salir a bailar o en noches específicas en alguno de nuestros deptos. Así que solo le pregunté: ‘¿Tenés ganas de hacer algo? No sé, ¿salir por ahí?’. Lo pensó un segundo y me dijo que en realidad esa noche tenía el cumple de una amiga, así que debería irse y ver que onda el regalo, bañarse y demás. Así que se fue. No sin antes unos cuantos besos potentes de despedida, rápidos y a escondidas en el hall del edificio. 


Durante las siguientes semanas no nos pudimos ver mucho. Tampoco nos mensajeamos tan seguido. Yo también trataba de esperar a que él me escriba primero y por lo general, lo hacía. En mi mente pensaba que también podrían haber otras personas, ya que no habíamos hablado de exclusividad, ni nada. Y tampoco parecía que iba a suceder. Entonces yo lo tomaba como una especie de relación abierta, o como un ‘fuck buddy’ sin la parte del fuck, o un ‘amigo con derechos específicos’. Jajaja, no sé, algo así. Quizás otra cosa importante para deconstruir es esto de tratar de etiquetar nuestras relaciones todo el tiempo. 


Más tarde llegó el día de su cumpleaños y lo tuve presente todo el día. Siempre tenía esas pequeñas señales cotidianas que me hacían pensar en él. Cuando esa mañana se me quemaron las tostadas otra vez, decidí escribirle un mensaje de Feliz Cumpleaños. Un poco para que vea que lo recordé y para mostrarle interés en verlo pronto y festejar. A lo que respondió con un mensaje de audio, algo que raramente hacía. Y me agradeció y me prometió vernos en la semana para brindar. 

Y así fue como un jueves por la noche me invitó a su casa a la madrugada para unos tragos. Cuando comenzó a besarme el cuello desde el ascensor, ya podía predecir que se venía una buena noche. Y no me pregunten cómo, pero en esto de experimentar y deconstruir la sexualidad, asexualidad y grisexualidad entre nosotros, Samuel comenzó a empujarme a besos hasta el baño. Mientras nos sacábamos la ropa salvajemente, entró a prender la ducha. Yo me dejé llevar y, con remera y todo, me tomó del cuello y todo terminó en un baño muy hot casi a oscuras. Y cuando digo hot, no hablo sólo de la temperatura del agua. Hablo de muchas cosas más. Hacía años no hacía algo así de caliente y la verdad fue directo al ranking de las mejores experiencias sexuales que tuve. Y sin penetración. Y como si fuera poco, el post no fue comiendo torta de cumpleaños.  


Pero después de esa vez, algo cambió, y no sabía bien qué. Sus mensajes eran más cortantes, él estaba algo distante. Era difícil de descifrar a veces ¿se estaba alejando o simplemente su asexualidad lo hacía parecer distante?. Era como que habíamos avanzado bastante en la parte de la intimidad y al mismo tiempo estábamos más lejos que nunca emocionalmente. Rarísimo.


Ese fin de semana me pareció verlo entre la gente en la pista de una de esas fiestas multitudinarias. Lo seguí para ver si era él y efectivamente era Samuel. Estaba con sus amigos y parecía estarla pasando bien. Le escribí un mensaje, pero no contestó. Algo andaba mal. Traté de hacer eso de cruzarlo casualmente de frente, pero no lo logré. De hecho, casi me caigo de las escaleras por apurarme a cruzarlo. Lo vi irse afuera y lo seguí, aunque sea para saludarlo. 

Cuando salí estaba solo a un costado, fumando, algo que nunca lo vi hacer. Me acerqué por detrás y le dije: ‘No sabía que fumabas’. El se asombró al verme y me saludó. Me dijo que casi nunca lo hacía, ‘a veces me pinta’ me dijo y lo apagó. ‘¿Estabas adentro?’ me preguntó todavía sorprendido. ‘Si, te mandé un mensaje, porque no sabía si eras vos’. ‘Uh, ¿en serio?...’ y se fijó en su celular. ‘...no escuché’. ‘No hay drama’ (en mi mente pensé: HAY UN MONTÓN DE DRAMA jaja, pero me hice el relajado). Sin embargo algo dentro de mi le tuvo que preguntar: ‘¿Che, está todo bien?, porque estás medio raro, no sé, capaz me mandé una que no te gustó o algo’. ‘No, nada que ver, estuve con mucho en la cabeza, pero todo bien con vos...posta’ me contestó enfático ‘sino, te lo diría’ y me tomó la mano a escondidas, ahí en una parte con poca luz de la esquina. ‘Okey, te creo’. Se me quedó mirando y pensé que venía nuestro primer beso al aire libre. Pero de repente me soltó bruscamente la mano y se alejó rápido hacia el costado. Desde atrás aparecieron sus amigos. Le dijeron que lo habían estado buscando. 


Samuel se puso nervioso, se alteró y siguió conversando con ellos ignorándome. Sus amigos me miraron y no entendían qué hacía yo ahí. Entendí inmediatamente que él no tenía intenciones de presentarme, así que me despedí con un ‘Nos vemos’ y me fui. A lo lejos mientras me iba escuché que sus amigos le preguntaron por mí, y se burlaron de nuestra cercanía. Él negó conocerme, dijo algo así como que le había dado fuego para el pucho. Volví caminando a casa un poco confundido, un poco triste, un poco decepcionado y otro poco enojado. Yo por él podía deconstruir muchas cosas. Ceder en casi todo, menos en ser desechado como una tostada quemada. 

Escrito Por Pablo M. Acuña

Pregunta para el foro: ¿Tuviste alguna vez un amigo con derechos?¿Un fuck buddy?¿Cómo fue tu experiencia?

sábado, 25 de julio de 2020

Girasoles


‘Girasol...No podría quererte más, besos en la cocina como si fuera la pista de baile. No podría quererte más esta noche. La incertidumbre, me vuela la cabeza, esos ojos cansados son mi perdición. La boca llena de pasta de dientes, antes de conocerte…’ - Harry Styles



En el medio de una mega fiesta multitudinaria, si es que todavía pueden recordar ese concepto de la vida A.C.(Antes del Coronavirus), fue donde sentí su mirada por primera vez. De esas miradas que se te clavan en la nuca y comienzan a picarte como el sol. Al principio no te das cuenta y con el pasar de las horas, notas que se te quedaron grabadas en la piel. Bueno, así es como recuerdo la mirada de Samuel. Al darme vuelta, descubrí unos ojos negros que, aún en el medio de toda esa gente girando alrededor, el ruido y la música potente, parecían un reflector apuntándome.

Me hizo una seña misteriosa para que lo siguiera. Disimuladamente me separé de mis amigos. Lo perseguí por esos pasillos oscuros y fríos de Studio Theater, pero mientras más pensaba en lo que estaba sucediendo, mi cuerpo iba entrando en calor. Me prendía fuego..

Llegamos a un lugar que ni siquiera sabía que estaba habilitado para el público. Y ahí en en medio de unas sillas abandonadas del palco, me esperaba Samuel. Apenas unos rayos de luz reflejaban sus ojos y un poco de brillantina pegada en la transpiración de su cara, de sus brazos tersos.

Al llegar no dijo nada, se quedó inmóvil, me esperaba contra la pared, con sus manos en la espalda, mirándome fijo. Expectante. No hacía falta decir nada, simplemente me acerqué y nos unimos como un imán. Comencé por su cuello y le encantó, así que seguí por ahí. Nuestros pantalones comenzaban a sentir también, pero Samuel no sacaba sus manos de la espalda, como si se obligara a dejarse llevar. Como si se entregara a mi por completo. De solo escribirlo y recordarlo me autocaliento.


Al fin nos besamos y estuvimos un rato largo contra esa pared. Estábamos en plena seriedad hasta que mis manos (siempre heladas bajo cero) rozaron una parte desnuda de su cintura y fue ahí cuando se sorprendió, se inmutó y sonrió. ‘¿Nos juntamos a la salida?’ me preguntó. ‘Dale, me llamo Pablo’ le dije, ‘Si, ya sé, te escribo más tarde’ me sorprendió con esa respuesta, se acercó para un último beso y desapareció entre las sillas, dejándome con ganas de más y preguntándome: ¿ya había estado antes con él?

Volví con mis amigos a bailar hasta que terminó la noche. No le conté nada a mis amigos, me gustaba mantenerlo en secreto. Samuel bailaba con sus amigos no muy cerca y nos perseguimos con la mirada de vez en cuando. Por momentos pasaba a mi lado y nos rozábamos las manos disimuladamente. En medio de la noche, nos encontramos en la fila del baño, pero no nos dijimos nada, simplemente sentía su respiración en mi nuca. Lo imaginé entrando conmigo a un cubículo, porque ya extrañaba sus besos. Pero había un guardia controlando y no sucedió.

La noche terminó y a la salida del boliche no lo veía por ningún lado. Estaba esperando su mensaje en mi celular. Supongo que sí sabía mi nombre y me dijo que me iba a escribir, era porque ya tenía como contactarse. Controlé todas las apps y nada. Si la noche terminaba ahí, iba a estar satisfecho de todas formas. Había sido excelente para mi. De repente llegó un mensaje de una de las apps de citas. Claro, ya habíamos coincidido ahí hace mucho, pero ninguno había saludado. Lo típico. Por suerte no soy de esos que bloquean y eliminan el match cuando no contesta el otro. Porque uno nunca sabe. Me dijo si le pintaba ir a su departamento. Le dije que si. Me tomé un taxi con un amigo y en lugar de parar en casa, seguí hasta la de Samuel.

En el taxi pensaba que hacía mucho tiempo no hacía esto y me había olvidado lo entretenido que era. Investigué su perfil, para recordar un poco más de él. Claro, ahora estaba casi rapado, por eso no lo había reconocido. Era de Leo, como yo, eso me explica un par de cosas. Y no estábamos tan alejados en edad como pensaba. Bajé y me estaba esperando afuera. Me recibió con una sonrisa pícara y tímida. Pero hasta el taxista se había dado cuenta de lo que iba a suceder. Subimos y en el ascensor nos saludamos mejor. Mucho mejor. Ahí ya no éramos tímidos.


En su departamento era mucho más relajado que en la vida real. Me preguntó si quería tomar algo caliente o frío. Elegí algo frío ya que me estaba incendiando por dentro. Me llevó a la cocina y lo observé mientras preparaba los tragos. Estaba contra la mesada de espaldas hacia mi y no podía parar de sentirme atraído. Y no, no estaba borracho ni nada de eso, era algo diferente. Es como la verdadera atracción sexual. ¿Nunca les pasó? Creo que nunca la había sentido tan clara, precisa y transparente como en ese momento.

Se dio vuelta y me descubrió mirándolo atentamente. Sonrió y me dio el trago. ‘Fijate si está bien’ me dijo pasándome un trago con gin. Por lo general no me gustan pero a esa altura no me importaba nada. Soltamos los tragos y nos besamos contra la mesada. Aliento de hielo, manos heladas, cuerpo caliente. MUY caliente.


Me tomó de la mano y me llevó por un pasillo, pero nunca llegamos a la habitación. Todo fue ahí, contra la pared. Comenzó a bajarse el jean ahí mismo y me incitó a hacer lo mismo. Nos quedamos en remera y boxers y en el medio del climax del beso más apasionado de la noche, de repente me separó de su cuerpo con su pierna y me empujó contra la otra pared del pasillo. Mirándome desde la otra pared comenzó a masturbarse. Quería lanzarme sobre él, pero presionó con su pie para que me quede en mi lugar. Me ordenó con su mirada para que me masturbara también. Ambos observándonos en silencio, casi a oscuras.

La excitación iba subiendo al punto de la desesperación. Ahí me pidió que me acerque y tomó mi mano, se la llevó a su boca. Sentía su agitación en mi palma y comenzó a morderla, hasta que ambos acabamos. Ahí. De pié, erectos, híspidos, agitados, transpirados, exhaustos de placer.

Sonreímos mientras hacíamos todo ese protocolo de limpieza que es medio incómodo. Me dijo que me podía quedar a dormir si quería. Acepté. No nos podíamos dormir, habíamos quedado un poco acelerados. Nos acostamos y nos quedamos conversando en la cama. Traté de conocerlo un poco más, ya que habíamos hablado muy poco.


Me contó que hace mucho no estaba de novio, que vivía solo y que últimamente le volvieron las ganas. También me contó algunas experiencias traumáticas pasadas y yo también. Cuando pasamos a hablar de lo sexual, me dijo que, por lo general, no le copaba la parte de la penetración, ni dar, ni recibir…’NUNCA’ enfatizó. Le dije que solía pasar, no era tan poco común. Me dijo que ni siquiera el sexo oral. Que no era muy sexual por lo general, a veces le pintaba hacer lo que hicimos, pero no mucho más que eso. Besos, masturbación, caricias y no mucho más. ‘¿Y krámpack?’ le pregunté. Se quedó mirándome como sin entender. Le expliqué que significaba, se rió, me dijo que eso sí, eso sí le gustaba. Que le gustaría probar con mis manos heladas. ‘Podría ser un buen regalo de cumple’ me dijo. ‘...para ambos’ -agregó- ya que estábamos a unas pocas semanas. ‘Hecho’ cerré el trato.

Después de contarme todo esto se fue relajando y entre caricias y unos mimos se fue quedando dormido. Mientras observaba como el sol iba entrando de a poco por la persiana y se reflejaba en algunos restos de brillantina de su piel, me quedé pensando: por un lado, me gustaba que ya esté proyectando planes para dentro de unas semanas, volver a vernos para nuestros respectivos cumpleaños. Pero por otro lado, me preguntaba ¿realmente podría dejar de lado el sexo por alguien?¿podría adaptarme a este nueva forma de ver la sexualidad?

Hay algo un poco liberador en esto de dejar de lado “el acto sexual convencional”, porque entran a jugar otras cosas en cuanto a la creatividad de la sexualidad y hasta en la sensualidad. Mientras escribo esto, me pregunto si, en la ‘nueva normalidad D.C.’ (Después del Coronavirus), habrá también una ‘nueva normalidad en el sexo’. Si vamos a tener que ponernos mucho más creativos, encontrar nuevas formas de relacionarnos. Nuevas formas de mirarnos y seducirnos con tapabocas, desde lejos, como el sol y los girasoles. Nuevas formas de besarnos sin besarnos, de tocarnos sin tocarnos. ¿O acaso estaremos entrando en la era de la grisexualidad, de la asexualidad?

Años atrás tuve una experiencia de este tipo, cuando conocí a un chico (digamos que se llamaba Jorge, para mantener su anonimato) con el que casi no podíamos tener sexo, ni penetración. Él era solamente pasivo pero tenía un problema físico en la pierna que nos impedía tener relaciones sexuales sin que le doliera. En ese momento, yo estaba tan enamorado que ni me importaba no hacerlo. Pero él se había empecinado en encontrar una forma de lograrlo. Recuerdo que le había pedido consejos a su fisioterapeuta, e intentamos de todo: hasta algunas que eran bajo el agua. También hizo algunos ejercicios y aún así no se pudo. No me gustaba verlo sufrir y tampoco que se frustrara tanto cuando no lo lográbamos. Al no poder, de la impotencia se ponía de muy mal humor, nervioso y hasta un poco agresivo. Eso terminó desgastando la relación.


Pero la situación con Samuel era diferente. Era tomar la determinación de no volver a tener sexo convencional, ni sexo oral y quizás iba a haber días en que no quisiera ninguna demostración física de afecto. Me preguntaba si después de haber estado tanto tiempo solo, sin novio, sin cariño, ¿era esta una buena idea para regresar al mundo de las relaciones?. Quizás la pregunta en realidad era ¿Qué extrañaba más?¿la penetración, el sexo oral y el acto sexual?¿o el cariño, el afecto y la compañía?


A la mañana siguiente Samuel me despertó con un beso sabor a menta de pasta de dientes. Me preguntó que quería tomar de desayuno. Tratando de descifrar en qué momento me quedé dormido, le dije 'un café'. El ya estaba vestido, así que rápidamente me levanté, fui a lavarme los dientes y mientras me vestía, todo el departamento se llenaba del mejor olor del mundo: el olor a café y tostadas. Le pregunté si necesitaba ayuda, me dijo que no, me ordenó que me sentara y me relajara. Se lo sentía de muy buen humor. Me dio ternura verlo tratando de traer las tazas repletas de café, bien cauteloso, sin derramar nada hasta la mesa. Mientras desayunábamos, con el sol de mediodía de frente ese domingo invernal, solo podía pensar en una cosa: esto...esto era lo que extrañaba.

Escrito Por Pablo M. Acuña


Pregunta para el foro: ¿Dejarías de lado el sexo por alguien que realmente te guste? Para vos¿cuán importante es el sexo en una relación?