jueves, 25 de septiembre de 2025

Mordisco (Final De Temporada XL)


'A donde quiera que vayas, te llevas a ti mismo. No hay lugar para esconderse de la soledad que te persigue. Ese sentimiento de orgullo herido. Todo el mundo necesita tiempo para pensar, nadie puede vivir sin amor. ¿A dónde vas a escapar ahora de la soledad?¿A quién vas a recurrir por la soledad?¿Cuándo vas a dejar de decir ‘no’ y hacer de tu respuesta un ´si’?’ – Pet Shop Boys



Era de esas mañanas lluviosas de verano, cuando la recibimos, la invitación al casamiento del año: el de nuestro amigo Lean. Faltaban unos cuantos meses, pero esa noticia sirvió para desnublar el día. El segundo casamiento de nuestro grupo de amigos. Ya estábamos emocionados desde ahora, es lo que pasa cuando estuviste desde el principio junto a tu amigo, en esas noches, buscando el amor en lugares desesperanzadores. Tratando de mantenerlo optimista cuando él no creía que la monogamia fuera a funcionar nunca. Y acá estamos, yo solterísimo y él por comprometerse hasta que la muerte los separe (aunque ya no se dice eso). Reflexionando me pregunto: ¿acaso vale la pena ser pesimista, preocuparse y ser negativos sobre el amor, cuando es algo de lo que no tenemos el más mínimo control?¿o es mejor mantenerse optimista y entregarse al destino?¿Qué tiene de malo, todavía, tener esperanza en que el amor está en algún lugar de esta enorme ciudad?

Creo que todo lo que pasó en los meses antes del casamiento me ayudó a responder estas preguntas y me enseñó algunas cosas importantes…

Algo Viejo:

Cada vez que llego a la caja del super, y me toca con el cajero que me gusta, me pongo nervioso. Creo que es su voz grave que, de por si, me retumba en el cuerpo cada vez que me habla. Entre otros mil atributos. Mientras trataba de apuntarle al QR para pagar, aparece una burbujita de Facebook (si, todavía tengo Facebook), con una cara que no reconocía. El cajero y yo nos miramos como diciendo: ‘¿Y eso?’. Yo me quería morir un poco, porque el mensaje decía algo así como ‘Hola Pablito tanto tiempo…’. Encima el QR no se apuraba. El cajero hizo lo de siempre, que es sonreír. Y yo hice lo de siempre, hacerme el apurado para salir corriendo lo antes posible.

Cuando llegué a casa, vi que era Marco. Uno de mis primeros vínculos sexo afectivos de mis primeros años en Córdoba. Siempre recordaba su nombre por el tema de Laura Pausini que empieza: 'Marco se ha marchado para no volver, el tren de la mañana llega ya sin él...'. Me había encontrado después de muchos años cuando pudo recuperar su cuenta vieja. Estaba contento de haberme encontrado y yo trataba de recordar cómo había terminado nuestra historia. El era de Río Tercero y venía a Córdoba a tener unas citas conmigo a escondidas. Si bien, hablábamos casi todos los días, solo nos vimos un par de veces en vivo. Creo que unas 3 o 4 veces. Cada vez que venía, se sentía libre y relajado. Tanto que el sexo, se sentía maravilloso, muy químicamente salvaje, lleno de energía (y no hablo de los químicos que se usan ahora, hablo de la química humana) . Y los besos, ¡UFF LOS BESOS!. Recuerdo que terminábamos agotados, exhaustos y dormíamos como en esas noches que realmente dormís (antes de los 30).


Siempre después de nuestras citas, se sentía adrenalínico y con ganas de contarle de su sexualidad a su padre. En esa época, ambos estábamos en el closet, pero él tenía la esperanza de que todo saliera bien y poder, al fin, sacarse esa mochila de encima. Quería compartir cosas de su vida con él, contarle de mi y no tener que estar mintiéndole todo el tiempo. Por supuesto que yo lo apoyé y lo incentivé a hacerlo. Marco se sentía listo, pero, al parecer, su padre no lo estaba. Reaccionó de la peor manera y si bien no lo echó de su casa, fue tanta la tristeza que sintieron ambos, que la convivencia se volvió insostenible. La relación entre ellos se volvió fría y la indiferencia de su padre le terminó de romper el corazón.

Marco nunca me culpó, pero yo me sentía un poco responsable. Me traumó un poco acerca de salir del closet con mi familia también. Nuestra relación también se enfrió, se diseminó en el tiempo, desapareció de las redes y no supe más de él.

Me contó que después de lo que pasó, cayó en un pozo depresivo, tuvo que ir a terapia y se mudo a vivir con una amiga. Pero de alguna forma, inconscientemente, se retrotrajo al closet nuevamente, se alejó de todo lo que tuviese que ver con el mundo gay. Pero siempre, en un costado de su mente, recordaba cuando viajaba a Córdoba, nuestras citas y cómo se sentía libre y despreocupado. Fue ese sentimiento, esa sensación que lo ayudó a volver a ser él mismo. Y era lo que me quería agradecer. No solo por animarlo en ese momento, sino también por mostrarle que otra vida era posible. Me dijo que siempre se acordaba la vez que se quedó a dormir en mi departamento, lo feliz que estaba, que estábamos ambos.


Había algo en eso de vivir el sueño de tener novio en la ciudad, salir a tener citas, pasar el día juntos, volver al departamento, besarse en el ascensor, hacer el amor y dormir juntos. Se sentía como lo que siempre habíamos soñado cuando estábamos en nuestras ciudades, y sufríamos pensando que quizás el mundo nunca iba a avanzar para que pudiéramos vivir eso. Me extrañó que él me recordaba como alguien super alegre, con energía positiva, esperanzado y gracioso. Sentía que se quedó con una versión mía que ya casi no existe y me dio un poco de nostalgia. ¿En qué momento toda esa parte de mi se fue borrando?. Está bien que pasaron más de, no sé, 15 años y bueno, seguramente unas cuántas desilusiones y patadas al corazón, me hicieron más… ¿precavido?¿complicado?¿desanimado?. Puede ser. pero aunque no tenga la misma energía, ni la juventud obviamente, todavía no caí en la negatividad, ni en el resentimiento.

Pero si extraño ese Pablo que conoció Marco, porque es verdad que mi mejor versión es cuando tengo citas en la ciudad. Cuando encuentro alguien con quien compartir y pasear mostrándole orgulloso la ciudad. Mostrándole rinconcitos lindos que enamoran de Córdoba. Creo que ya viví más años acá que en otro lugar, así que ya puedo rebautizarla como ‘MI ciudad’. Sin dudas mi vínculo más largo.

Creo que es hora de volver a ser ese. Volver a poner si donde hay NOs, SI a las citas en la ciudad. Aunque esté de moda decir que es una fiaca tener citas y conocer gente de cero.

Más tarde, Marco me contó que había conocido a alguien y que estaba de novio hace 5 años. Se mudó a Villa María y está probando lo de la convivencia. También, después de mucho tiempo, compuso la relación con su padre. Y así como yo lo hice volver en sí, quizás ahora esta conversación me motive a mi a volver a ese momento, a esa versión de mi que era más animado, aventurero y esperanzado. Y así es como un momento feliz en una pequeña cita en la ciudad, salvó a dos viejos amores.

Algo Azul:

Era mi cumpleaños y recibí mensajitos de instagram saludándome, siempre aparece esa oportunidad de que algún ex salte en los DMs, como si fuera fácil que un leonino les dé otra oportunidad. Pues no. Pero hubo uno que me llamó la atención, no era un ex, era alguien con quien las cosas habían quedado un poco…estancadas: Rulitos. Por si no recuerdan, estábamos comenzando algo en la pandemia, pero yo, por cobarde, la cagué. Bueno, por cobarde y porque tuve episodios de vértigo y ataques de pánico. Pero eso Rulitos no lo sabía. El solo pensó que lo ghostié después que tuvimos sexo telefónico. Era un poco tarde para explicaciones, ninguno de los dos queríamos entrar en esos detalles, simplemente retomamos desde donde quedamos.

Lo malo que te saluden por el cumpleaños, es que te queda la duda, si solo quería pasar a saludar por compromiso o si realmente quería retomar algo. Elegí creer y le seguí la charla al otro día, para que sepa que no había sido un saludo más. Lo invité a que hagamos algo que hacíamos en pandemia, que era ver una peli on-line, cada uno desde su casa. Como primer intento, para recordar viejos tiempos y para que sepa que me quedé pensando en eso. Y aceptó.

Ese día, antes de la peli, nos mensajeamos un poco y comenzaron los mini-reclamos. Tenía un poco la sospecha de que habló con alguien, quizás un amigo/a que le aconsejaron retomar esto con cautela. Y con razón. Yo le hubiese dicho lo mismo a mi amigo. Pero la presión y los comentarios pasivo-agresivos no tardaron en llegar. Presión para tener finalmente una cita en vivo, comentarios como: ‘…si no volvés a desaparecer’, ‘si no te olvidás de mi’. Y si, me los merecía y también los entendía. Antes de conocernos, él había sido abandonado de un día para otro por su ex. Y de alguna forma, yo le hice lo mismo. Aunque ahora mi idea era empezar de cero, ir paso a paso; después de todo lo que ya habíamos vivido, ¿podíamos recuperar la llamita del enamoramiento?.


No sé cómo pero terminamos escogiendo ‘Blue Valentine’ para ver, creo que porque queríamos una que ninguno haya visto y ¿Quién no quiere ver a Ryan Gosling besando en una peli?. Pero creo que fue la peor de las elecciones, o la mejor, depende de donde lo mires. Esperábamos una típica comedia romántica y nos encontramos con una cachetada a la realidad. La película retrata una relación de muchos años y te contrasta el principio del enamoramiento, con la parte final y tortuosa de una relación.

Cuando terminó la película, nos quedamos digiriéndola y debatimos un poco. Y si bien, hablamos de lo que nos pareció, las actuaciones y todo lo demás, ambos estábamos pensando algo inevitable. Con este reencuentro, estábamos más cerca de la parte del final de la relación, con los reclamos, las presiones y los comentarios pasivo-agresivos. Nos habíamos salteado la parte del enamoramiento. Estábamos tratando de forzar algo que ya había quedado atrás. Nunca íbamos a tener realmente una primera cita, porque después de haber conversado hasta el hartazgo durante la pandemia, ya sabíamos todo el uno del otro. ¿Acaso íbamos a comenzar un vínculo, sin la mejor parte?¿sin la parte movilizante y adrenalínica? ¡Pero si esa es la mejor parte! y ambos nos la merecíamos.

Simplemente no era nuestro tiempo, ya ninguno sentía lo que sentíamos en un principio. Ese cimbronazo de cuando te gusta alguien, ya no lo íbamos a sentir más. Sinceramente el cajero del super, me movía más el piso en ese momento.


Después de eso, entendimos que lo nuestro no iba a ser. Pero la que no entendió fue la ciudad, porque me lo puso frente a frente más que cuando estaba enamorado. Una vez me lo topé de frente, y se cruzó de vereda (no sé si a propósito o no). La segunda iba con su madre, agachó la cabeza (por supuesto, yo no iba a saludarlo) y la tercera en la Marcha del Orgullo, en medio del tumulto de gente, pude verlo muy cerca de un chico. Me alegré por él.

Por más optimismo, positivismo e intención que le pongamos, algunas historias están destinadas a no suceder. Eso no quita que me haya quedado con ganas de besarlo en la vida real. 

Algo Prestado:

Se acercaba la fecha del casamiento y todavía no tenía definido qué ponerme. Tenía el traje que usé el casamiento anterior. Pero no me quedaba tan bien como antes. Estuve buscando por semanas uno que me convenza y comprar online no era una opción. Por el día de la madre, viajé a Santiago a ver a mi familia, quizás encontraba alguno que me sirviera.

Siempre que vuelvo a mi casa, la nostalgia de ver mis muebles antiguos, mis objetos, mi habitación, hace que me den ganas de ver fotos viejas. Y desempolvo álbumes viejos de mi niñez, me quedo horas observando todo. Lo distinto que era, en todos los sentidos. La alegría, la soltura y la felicidad de no tener idea de la vida. Como en ese entonces no me importaba salir mal en las fotos, simplemente disfrutaba, sonreía. Ahora detesto las fotos y no les dejo sacar fotos a mis amigos, ni a mi familia casi nunca. Pero claro, esas fotos de mi niñez nunca iban a ser expuestas ante miles de personas. Iban a quedar reservadas para la intimidad ¿se acuerdan de la intimidad?

Entre unos álbumes, encontré uno del casamiento de mis padres. Se casaron a los 23, ¿se imaginan?. Siento que a los 23 no estaba seguro de casi nada en la vida y ellos ya habían encontrado al amor de su vida. Aunque a decir verdad, si hubiese encontrado el amor de mi vida a mis 23, no nos hubiésemos podido casar, no legalmente al menos. Por eso, que mis amigos ahora se puedan casar, es triplemente especial.

Si bien estoy bastante lejos de una boda, se siente bien tener esa posibilidad y ese derecho. Además, por supuesto, se siente aún más especial, cuando marchaste para conseguirlo y estuviste ahí en la vigilia esperando esa madrugada a que se apruebe la ley.


Me detuve a ver las fotos del casamiento y vi que mi papá tenía un traje lindo. Se me ocurrió preguntarle si todavía lo tenía en algún lado, ya que su frase de cabecera es: ‘el que guarda siempre tiene’. Y no solo tenía ese, tenía una colección de trajes vintage, algunos casi sin usar. Me probé varios hasta que di con uno. Era un Christian Dior verde azulado con el que había festejado su aniversario de 20 años de casado. Estaba como nuevo la verdad. Y como si estuviera destinado, me quedó perfecto. Hasta el ruedo parecía estar hecho a medida. Este traje olvidado en un placard, seguramente nunca se imaginó volver a pisar una boda y ahora iba a viajar a una boda gay.

El casamiento fue una celebración del amor. Aunque era el segundo de nuestro grupo de amigos, se sentía triplemente especial, porque estuvimos ahí, en cada decepción amorosa, desencuentros, en cada corazón roto en el camino de nuestro amigo. Y de repente, cuando parece que nunca va a aparecer, llega alguien con quien querés estar para siempre. ¿De qué sirve entonces estar enojado con el amor?¿de qué sirve amargarse y tener rencor hacia algo que no podemos controlar? Entre toda la energía y tiempo que perdemos, se nos va la vida y las siguientes oportunidades, entonces ¿vale la pena desgastarnos en esa negatividad?¿para qué?.

Durante los votos, hasta el más pesimista e incrédulo de mis amigos no pudo evitar las lágrimas. Yo tratando de no temblar tanto mientras filmaba y lagrimeaba de felicidad. Mientras contenía el llanto, viendo a sus padres y madres abrazando a los novios, pienso que, aunque soy incrédulo de la religión, de los santos y de algunos rituales de la iglesia. Aunque quizás todavía no tenga mucha idea de la vida, ni de lo que me depara, en esto SÍ que creo, en esto SÍ tengo certeza. Porque esto, este momento, es amor sincero y real. Y creo que, siendo optimista, algún día yo también lo voy a encontrar.


Algo Nuevo:

Unos pocos meses después de la boda y con las esperanzas renovadas en el amor, volví al ruedo. Esto significa volver a las apps de citas. En realidad nunca me fui, no soy de esos que desinstalan la app y a la semana la vuelven a instalar para parecer ‘nuevos’. Para que nadie piense que ‘está todo el tiempo en las apps de citas’. O para que pensemos que la desinstalaron porque están en una relación. Pero todos sabemos la verdad, la desinstalan porque se cansan de no poder conectar realmente con alguien, o porque se cansan de tener malas experiencias. O porque justo el tipo con el que hicieron match, no sabe comunicarse y están ambos esperando que el otro de el primer paso. Pero mejor no abrir esa ventana. 

Desde que existen, he tenido todo tipo de apps de citas, desde que solo eran webs o simples chatrooms. Y me di cuenta que somos casi siempre los mismos. Pero mejor no abrir esa ventana. No solo las estaba abriendo por placer, en realidad las estaba investigando, ya que estaba haciendo un curso de diseño UX/UI y tratando de entender cómo funciona Tinder, y de repente en la app, me llega un Superlike. Si fueran yo, les sorprendería, porque creo que desde que tengo la app, me habrá pasado solo 2 o 3 veces antes, y una casi seguro por error.

Pero este no fue un error, Gero (así le vamos a decir) lo hizo porque le “gustaba hace mucho” y me había cruzado un par de veces en Tinder, pero nunca se había animado a darme like. La última vez se arrepintió porque tardé muuucho tiempo hasta que le volví a aparecer en la app. Cuando me dicen esas cosas, mi instinto es no creer que es verdad, pero en mi nueva era optimista, digamos que se lo creí.

Durante todo el curso, que por cierto fue bastante extenuante y demandante, nos fuimos conociendo más, me hizo compañía virtual y hasta lo usé de sujeto de investigación.


La charla virtual fluía muy bien. Me contó que su última relación había sido un desastre. Descubrió que le habían metido los cuernos y lo que más le lastimó, es que la otra persona lo admitió como si nada, como si no le importara, como si todo lo que habían construido hasta ahí fuera insignificante. Y tardó años en superarlo. Pero ahora estaba tratando de confiar un poco más en las personas y animándose a tener citas de nuevo.

Cuando me preguntó por mi situación sentimental, le dije: ‘¿tenés tiempo de leer unas 100 columnas?’. Le conté los puntos más importantes, pero me animé a dar un paso más. Le dije que cuando terminara el curso, tendríamos que ir a celebrar. ‘Vamos a tomar algo y te cuento mejor’. A lo que me respondió un contundente sí.

Entregué mi trabajo final, del que él también formaba parte y aprobé. Me recibí. Tenía 2 títulos nuevos y al primero que le avisé fue a él. Se alegró y después de felicitarme, recordó nuestra cita pendiente. Qué lindo que es cuando te prestan atención, ¿no?. Ahí pusimos fecha y él me dijo que quería ir a comer hamburguesas a un nuevo lugar que pusieron cerca de su laburo. ‘Perfecto’. Adoro cuando las cosas se suceden de manera natural.

Faltaban unos días para la cita y ya estaba algo nervioso. Mientras mi parte más optimista se imaginaba cómo sería una relación con él y pensaba en con quién de mis amigos se llevaría bien. Otra parte de mi, se quería tirar para atrás, tenía un poco el síndrome del impostor, creía que mi vida de ninguna forma iba a encajar con la suya y empezaba a enumerar mis defectos, mi estado físico actual, mi disponibilidad emocional, etc.. Hasta que me crucé con un tiktok, uno de un chico gay random de otro país, creo que era irlandés. Entró a su auto y se puso a hablar de su vida sentimental. No parecía estar actuando, realmente se estaba abriendo. Había llegado a la conclusión de que se había cansado de sí mismo, de ponerse excusas para conocer a alguien. Nunca se sentía listo, siempre sentía que podía esperar a estar en un mejor momento de su vida, o con mejor físico, o con un mejor corte de pelo, o más plata para una cita, o más estable con su ansiedad. Pero la verdad es que nunca se está realmente listo. Nunca la vida no va a ser un caos, nunca vas a considerar que estás en tu mejor momento para una relación, porque las cosas no siempre están todas en orden. Y si por alguna razón sucede, y por un momento, todo está equilibrado, quizás ya hayas perdido a esa persona o se cansó de esperarte. Entonces ES AHORA. Basta de esperar. Si alguien te quiere perfecto, ¿te quiere realmente?. Es como esa frase que dice: ‘Ámame cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito’.

Al final del tik tok, contaba que estaba por bajar del auto e invitar al chico y que sea lo que sea. También decía que se iba a ir de tik tok porque le estaba dando ansiedad, que si no volvía, era porque todo había salido bien. De hecho ya no existe su tik tok. Quedé en shock, por todas esas verdades que tiró y también sorprendido de todo lo que me conoce mi algoritmo de tik tok, ya hasta puede predecir mis pensamientos intrusivos.


Decidido a ir a la cita, pensé que necesitaba comprar alguna ropita nueva. Y camino al shopping, me parece estar viendo una visión. ¿Es él?. No puede ser. Es el Sr. Q, saludándome como si nada. No sabía que estaba en Córdoba. Yo sonrío para no entrar en pánico y él viene a abrazarme. La ciudad a veces parece una serie de drama adolescente con personajes recurrentes.

¿Recuerdan al Sr. Q?¿Tienen tiempo de leer al menos 20 columnas sobre él?. Para resumir, digamos que fue un cuasi-amor que tardé 10 años en superar. Se me hizo más fácil cuando se fue a vivir a otro país. Pero ahora estaba frente a mí y yo paralizado. Me hablaba y yo a penas podía entenderle. Me contaba que había venido de vacaciones y de paso se quedaba para su cumpleaños. ‘Tenés que venir el viernes’, me dice. Y me nombra a un amigo en común que seguro iba a ir al festejo. Yo, totalmente disociado, le contesto que sí. Y de repente, mi cuerpo comenzó a querer salir de la situación y me despedí apurado como si llegara tarde a algún lado.

Después caí en cuenta. ¡El viernes era mi cita con Gerónimo!. ¡Fuck!. Típico. ¿Por qué siempre que estoy por empezar algo nuevo tiene que aparecer el Sr. Q?¿Acaso me puso un chip de geolocalización sentimental?

Durante esos días, estuve pensando si posponer la cita e ir al cumpleaños, si ir a los dos, o si no ir al cumpleaños. Ambos quedaban cerca, podría pasar un rato por el cumpleaños antes de la cita, me quedaba de pasada.

Caminando hacia la cita, pasé por la esquina del lugar del cumpleaños y pensé si girar o seguir mi camino. Giré por curiosidad, quería ver que onda, pero cuando llegué a la puerta del lugar, mi cuerpo no quiso entrar. Recordé que la última vez que nos vimos con el Sr. Q, le dije que íbamos a estar cambiados la próxima vez que nos veamos. Y este era mi yo cambiado. No iba a volver a caer en esto, ya me había costado 10 años soltar al Sr. Q, una década de oportunidades. Es hora de algo nuevo. Es ahora. Giré y retomé el camino a mi cita con Gero.

Comenzamos esta temporada buscando un nuevo mordisco al corazón, coincidentemente mi cita con Gero fue en la hamburguesería llamada ‘Mordisco’, ¿acaso necesitaba otra señal?

Después de una temporada que pareció eterna y muy complicada de escribir con todo lo que me pasó y todo lo que le pasó al mundo en estos cinco años. No podría decir si las cosas están mejor o peor. Si después de la pandemia, estamos más empáticos o no. Si esta es mi mejor versión o no. Lo que es seguro, e inentendible podría decirse, es que, a pesar de estar inmerso en las profundidades de la soledad, a pesar de tener el corazón algo golpeado y pisoteado, sigo creyendo en el amor. En que está acá en algún lugar y en que algún día lo voy a encontrar.

El grito de ‘¡Gerónimo!’ es utilizado por los paracaidistas como expresión de valentía ante el peligro de un salto al vacío, como forma de superar el miedo. Quizás mi cita con Gerónimo sea un salto al vacío, pero lo tenía que hacer. Voy a saltar.


¿Ustedes cómo creen que me fue en la cita?¿Son optimistas o pesimistas? Cuando me lo preguntaba a mi mismo, me acordé del episodio de Sex And The City que habla de esto mismo, Carrie se cuestiona de qué lado está, pero no logra resolverlo del todo. Y le termina dedicando su libro a Charlotte, la eterna optimista que siempre creyó en el amor. Es por eso que esta temporada se la dedico a ustedes, a ustedes que todavía, a pesar de todo, tienen esperanza y creen en el incontrolable, indescifrable, impredecible, imprescindible, inesperado amor. Hasta una próxima temporada, llena de historias de amor en la ciudad.

Pablo M. Acuña

Pregunta para el foro: En el amor, ustedes son ¿optimistas o pesimistas? Mirando hacia atrás, ¿hay más relaciones que te hicieron crecer o más que considerás un error?
 

miércoles, 14 de febrero de 2024

El Único



 ‘Supongo que uno nunca sabe, nunca lo sabe. Si me querías, lo hubieras demostrado realmente. Pero si no sangras, nunca crecerás, y está todo bien ahora. Pero éramos algo especial, ¿no te parece?. En nuestros furiosos 20s tirando monedas a la fuente. Y si mis deseos se hicieran realidad, hubieras sido vos’ 
– Taylor Swift

En esas madrugadas de insomnio, tratando de apagar el cerebro en la oscuridad, me llega una ruidosa y luminosa notificación al celular. ‘Ok, veo la última notificación y me duermo’. Sinceramente pensé que iba a ser el clima o algo así, pero no. Era de esas notificaciones de Facebook, que te avisa cuando alguien está en Córdoba. Algo totalmente retro y que no lo hace con casi nadie. Cuando me fijo, era él. Le vamos a decir Sr. I (por innombrable) ya que la última vez que lo nombré, todo terminó mal.

Entré a su perfil para ver que era de su vida y, por supuesto, su Facebook había quedado estancado en los 2010’s, que era casi la fecha en que nos conocimos. La verdad la habíamos pasado excelente. Recuerdo que tuvimos una cita para almorzar (tuve pocas de esas). Era un agosto helado, hacía poco había nevado, su departamento tenía una luz natural hermosa (perdón, siempre en mi cabeza pienso en las locaciones que estarían buenas para filmar, y esta era perfecta) y aunque estaba nublado, la intensidad de las nubes blancas hacían que todo se sintiera, no sé…como un sueño. Fue super tierno todo y hasta romántico, recuerdo que pensé por un momento que el Sr. I, era re para ponerse de novio (o boyfriend material). Gran parte de la cita, la pasamos bajo el acolchado, conversando y calentando nuestros cuerpos. Muchos mimos y besos calentitos. Cada vez que pienso en la expresión: ‘hacer el amor’, pienso en ese momento. Como una sueña que salga la primera cita.

Pero rápidamente, todo se transformó en pesadilla cuando, semanas después, vio la columna que escribí sobre él. Y nunca más me dirigió la palabra. Debido a mi inexperiencia, creo que di demasiados datos sobre él y supuso que la gente lo iba a descubrir. En mi defensa, no tengo ninguna defensa. Mi inseguridad me mandó un mensaje de texto preguntándose: ¿acaso el Sr. I sentía vergüenza por él o por haber estado conmigo?. En mi cabeza traté de ignorar ese mensaje.

Esa noche me quedé fantaseando con la almohada y pensando en lo que hubiese pasado si nunca escribía sobre él. ¿Hubiésemos llegado a algo más?¿Hubiese soportado que el se fuera de viaje tantos meses por año?¿Me hubiese ido con él a vivir a otro país?¿Tendría una vida totalmente diferente a esta?¿y si él era “el indicado”, una oportunidad única? ¿Acaso tendríamos una mejor vida?¿más divertida?¿más acompañada? O por el contrario, como dice Taylor: ¿acaso los grandes amores de todos los tiempos se terminaron para siempre? Es muy loco que algo tan pequeño, un único error insignificante o un evento ínfimo, pueda cambiar el rumbo de tu vida.

Mientras escribo esto mis padres están cumpliendo 50 años de casados. ¡50 AÑOS!. ¿Se pueden imaginar algo así en estos tiempos?¿en este mundo que vivimos?. Por empezar, ya no me dan los tiempos creo. Al contrario, matemáticamente estoy más cerca de cumplir 50 años de soledad. Bueno, estoy siendo dramático, pero ustedes me entienden. 

Cuando era chico y soñaba con escaparme de mi provincia, siempre pensaba en venir acá. Y una de las cosas que me trajeron fue justamente para ser libre de enamorarme. Y tenía claro que quería una novio, casamiento, hijos adoptados, gato, perro. Todo. Pero las cosas se volvieron cada vez más complicadas. Por empezar 20 años de los avances tecnológicos más rápidos de la historia. Ni hablar en el mundo de las citas. Imagínense que tengo amigos que nunca se han acercado a alguien, así en carne y hueso, a tratar de conquistarlos. Siempre todo empezó antes por una app de citas o red social. Y las opciones, las benditas opciones infinitas que nos cruzamos día a día en cada historia de Instagram. Cada una es literal un multiverso del que podríamos ser parte.


Si tan solo hubiésemos tomado ese camino, si hubiésemos insistido un poco más y en lugar de un fueguito enviábamos un corazón. Si hubiésemos tenido paciencia hasta que la conversación fuera más fluida. Si hubiésemos interpretado mejor ese mensaje entre líneas. Si hubiésemos cedido nuestro ego y hubiésemos enviado ese mensaje sin miedo a una respuesta negativa. Si hubiésemos sido menos estratégicos y más concretos. Si nos quedábamos con esa persona a pesar de lo que puedan pensar los demás. Si una única cosa hubiese sido diferente ¿todo sería diferente?. ¿Estaría casado con el Sr. I?¿Viviríamos juntos?¿Tendríamos un gatito?. En fin, las oportunidades son infinitas, pero también aumentan las posibilidades de meter la pata, de equivocarse. Supongo que nuestros padres no tenían que lidiar con todo esto, quizás eso les jugó a favor.

Por otro lado, si me quedaba con el Sr. I, o yendo más atrás, con Rafael, mi primer novio cordobés, quizás nunca hubiese conocido a otras personas. Nunca hubiese tenido tantas citas, no sabría lo que es ser soltero en esta ciudad, y esta columna no existiría. No hubiese desarrollado nunca la afición por escribir. Eso me pondría triste. ¿Pero no podría haber sido un poco y un poco?. Quizás el destino me convertía en escritor igual. De columnas sobre la pareja o si me mudaba a otro país: Sexo Gay En Otra Ciudad.

Nunca lo sabremos. A veces me cuelgo pensando ¿Qué estarán haciendo mis ex en este momento?: ¿Qué será de su vida?¿qué aventuras estarán viviendo?¿Será feliz en su nueva relación?¿Me habrá perdonado?¿Seguirá siendo celoso tóxico?¿Se habrá arrepentido de no haberme dado una oportunidad?¿Se acordará cuando hablamos de casarnos?¿Habrá aprendido a besar mejor?¿sabrá que lo amé en secreto por muchos años después de separarnos?¿sabrá que volvería con él si me lo pidiera? 

Con Rafael, mi primer relación formal, dejé todo claro años después de que terminamos, creo que 10 años después. Encontré en un cajón su número de teléfono en un papel que había guardado de recuerdo. Pero cuando llamé, no funcionó, el celular ese ya no existía. Pero si existía su apellido, que era algo extraño. Así que tomé la guía de teléfonos (retro ¿no?) y busqué su apellido, llamé uno por uno a los teléfonos que había. Y lo logré. Conseguí comunicarme con él. Hablamos de la vida. Creía que no se iba a acordar de mí. Y al contrario, si me recordaba con ternura. Conversamos un rato largo y al final de la llamada me animé a decirle que había cometido un error en dejarlo. Que nunca más me crucé con alguien tan único y especial como él. Que nunca debería haberme ido de su lado. Lloramos un poco. Me dijo que no me torture con eso, y que todo pasa por algo. ¿Pero es realmente así?¿ya estamos predestinados a vivir los amores que vivimos y cómo los vivimos?¿o simplemente es un error y sus consecuencias?

Durante los siguientes días, me parecía ver al Sr. I en todos lados. En las paradas de los colectivos, manejando autos, en los bares, paseando por Güemes o en la fila del supermercado. Pero esperen…el chico de la fila del supermercado…¡ES ÉL!. Grité en mi mente, tratando de no hacer ningún movimiento en falso. No quería que me descubriera. No quería que nuestro reencuentro se diera así, no estaba mentalmente preparado para esto un martes a la siesta en esa sucursal del famoso supermercado de nombre francés. ¿Pueden creer que la traducción de la palabra es: intersección de caminos, encrucijada?.

El estaba de espaldas, descargando lo que había comprado en la línea de cajas. Y yo observando los productos para ver si era una compra individual o una compra para dos. Pero debo haber mirado demasiado intensamente porque de repente, se dio vuelta. Y me vio…Se quedó unos segundos congelado, como ese agosto gélido que pasamos. Yo esbocé una sonrisa incómoda, pero él volvió en sí y continuó sacando las cosas de su canasto. Y si, era una compra individual. El se fue sin mirar atrás. cuando pasó por la vidriera hizo un tímido intento de mirar para adentro, pero no lo logró.

En un universo paralelo, nos abrazamos e iríamos a tomar juntos un café. Nos pondríamos al día sobre todo lo que estuvo pasando en nuestras vidas. Nos reiríamos de cómo éramos a nuestros 20s y hasta hablaríamos de nuestros fracasos amorosos. Hubiera sido divertido. Pero no, en este universo, al salir del supermercado, por esas cosas de la vida, él todavía estaba en la esquina. Mi costado romántico me mando un mensaje: ¿Tardó tanto en hacer esta media cuadra o acaso hizo tiempo para verme mejor?. En este caso le clavé el visto.

Mientras me acercaba él me miró, estábamos lejos para saludarnos, pero cerca como para no reconocernos. Él simplemente dijo ‘Pablo’, yo tragué saliva y contesté: ‘¿Cómo va?’. Él sonrió y siguió su camino. Como dice la canción: las mejores películas de todos los tiempos, nunca se hicieron.

Escrito Por Pablo M. Acuña


Para colaborar con la columna podés hacerlo entrando en: https://cafecito.app/pabl3te (con Mercado Pago desde Argentina) [También podés ser Suscriptor y acceder a material extra de las columnas] Y si estás fuera de Argentina colaborá con PayPal entrando en: https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=NGPDLA5XQX6T4

Pregunta para el foro: ¿Qué cambiarías de tu pasado para recomponer una vieja historia de amor?¿Espías la vida de tus viejos amores o preferís bloqueo total?

lunes, 14 de agosto de 2023

Cambiando La Piel



‘Estoy cambiando la piel, sobreviviendo, de las cenizas de ayer, voy renaciendo. No me digas cuál es la nota, que ya no soy el mismo de ayer. Tus dagas ya no son tan filosas, yo ya estoy cambiando la piel’ – Wos & Nicki Nicole


 

Después de unos largos años de Pandemia Mundial, estábamos viendo la luz al final del túnel. Llegaron las vacunas, y con ellas un poco de alivio, bueno, eso si obviamos a los incrédulos de las vacunas. Porque claro, siempre hay lugar para una nueva grieta, y este país, tiene más grietas que mi corazón.

Hablando de mi corazón, me había acostumbrado tanto a conocer gente online (ver columna anterior) que ya me había olvidado cómo era un ser humano offline, o sea, de carne y hueso. Me había olvidado de cómo eran las bocas y las barbas. Estábamos cerca de volver a vernos las caras completas y sacarnos esa segunda piel horrible que fueron los tapabocas.


Era hora de volver a la realidad, dejar de llenarnos de alcohol y salir a tomar un que otro trago. Cambiar de la fase del aislamiento, a la del acompañamiento. Pero ¿estábamos emocionalmente listos para regresar a la cancha?¿Después de tanto distanciamiento de nuestras habilidades sociales, íbamos a estar preparados para un acercamiento real?

Por un lado, yo seguía con un poco de miedo. Sentía que no había que descuidarse tanto. Además de haberla pasado muy mal emocionalmente, tenía gente cercana que todavía se seguía contagiando, algunos, por segunda vez. Y eso me paralizaba un poco, ya que, hasta acá, venía invicto. En medio de toda esta incertidumbre mundial, estaba mi propia incertidumbre. Tenía una cita pendiente con Rulitos, así le decía al chico que me había acompañado virtualmente toda la pandemia, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Nuestra relación tenía que salir del aislamiento y pasar a la fase de conocerse en vivo.

Pero, ¿estaba preparado para esa presión, después de unos ataques de pánico, vértigo y todo mi caos mental?. En mi mente, todavía no era momento. Necesitaba un poco más de tiempo, pero sentía que él no lo iba a entender, que iba a creer que le estaba histeriqueando, que estaba evitando conocerlo. Pero la verdad es que tenía un poco de miedo. Un poco traté de explicárselo, como pude, y creo que lo entendió. Pero al mismo tiempo siento que nos alejó un poco. ¿Cómo saber si se alejó para darme espacio o porque prefirió no avanzar en la relación?. Lo que se me cruzaba por la mente en ese momento, era pensar que si después de todo lo que pasó en el mundo entero y en el mundo interno de mi mente, ¿qué iba a pasar si teníamos la cita y salía mal?¿si no le gustaba?¿si me sentía rechazado o si él no me veía más que para amigos?. Me iba a sentir muy mal la verdad. Y eso iba a manchar un poco lo que tuvimos durante los últimos meses. La verdad no tenía la fuerza mental para caer en esa tristeza.

Y si, todo tenía que ver con mi inseguridad, el saboteador interno instalándome nuevos miedos y preocupaciones. Escribiéndolo ahora, mucho tiempo después, la verdad que me arrepiento de haber cedido al miedo. No les pasa a veces, de ver a alguien en las redes o en las apps de citas, alguien que les gusta mucho y pensar: tiene una vida tan linda, pacífica y feliz, que no sé si me veo con él. Siento que no combino, siento que voy a llevar todo mi caos y se la voy a alterar o arruinar. Y por ahí se me cruza ¿debería esperar a estar un poco más estable para estar con él?. Sé que lo que mostramos en redes es una ilusión óptica, es casi todo prefabricado, pero de todas formas es imposible no pensarlo, al menos para mi. También hay que decirlo: que cagón y que cobarde que fui. Porque si hubiese salido bien, quizás hoy no estaría tan solo y si salía mal, no tendría esta incertidumbre. 


En ese momento, no quise molestarlo con mis dudas y vueltas, así que dejé todo en stand by, porque sentía que si lo rechazaba una vez más o si le posponía una salida más, iba a creer que estaba jugando con él. Hice la gran ‘Prófugos’: al menos sé que huyo porque amo.

Después de vacunarnos, que por cierto fue un nuevo nivel de caos, de a poco fueron volviendo las reuniones con amigos, libres de tapabocas. Y por supuesto, lo primero que hice, fue reencontrarme con la familia. No les puedo explicar lo que reconfortante y emocionante que fue volver a abrazarnos. Que hayamos sobrevivido los cuatro sanos, fue el mejor regalo. Un premio a ser responsables. 

Poco tiempo después, con mis amigos, planeamos la primera previa y salida como en la vieja normalidad. Nos reencontramos con algunos que no veíamos hace mucho, esos que viven lejos, o los que estaban en otros países y no habían vuelto en años.

En la disco, pasó lo mismo, no más mesas en la pista, no más protocolos, éramos libres de bailar todos juntos normalmente, volver a ver caras conocidas, a los ‘socios vitalicios del ocio’ como dice la canción, saludar a esas personas que solo te cruzás en la pista. Bailar la música de un dj real y no uno de un video de Youtube en vivo. Experimentar eso, de verdad se sentía como un triunfo, el triunfo de haber sobrevivido a meses, años complicados y oscuros. Y volver a disfrutar cosas que dábamos por sentadas y en libertad.


La noche nos pareció más corta que nunca y volvimos a experimentar el vía crucis de conseguir un taxi para volver. Nada había cambiado en ese sentido, horas esperando un taxi a la madrugada y los taxistas sólo le paran a las mujeres. Pero bueh. Mientras esperábamos un taxi con mis amigos, un chico muy desabrigado se me acercó. ‘Hola, ¿les sobra un lugar?, voy para el centro, soy solo yo’- me pregunta- . ‘Emm si, creo que sí…si conseguimos algún día taxi’. ‘Buenísimo…porque me estoy congelando’ – me dice temblando con las manos en los bolsillos -. ‘Es que estás un poco desabrigado’. Tenía puesto una remera bien pegada al cuerpo y unos pantalones de cuero. ‘Si, me quise hacer el picante’ – me explica – ‘¿Cómo te llamás?’ – me pregunta – ‘Pablo, ¿vos?’, ‘Cruz’. ‘¿Por Juan Cruz?- le pregunto – ‘No, solo Cruz’ – extendiéndome su mano -. Cuando le doy mi mano recuerdo que mis manos son dos témpanos. ‘Nooo, lo fría que tenés las manos’ – soltándose rápido – ‘Si, perdón’ -sonriendo con un poco de vergüenza – ‘Te iba a pedir que me abraces, pero mejor no’ – se sonríe pícaro.


Finalmente conseguimos un taxi. Cruz se sentó a mi lado, muy a mi lado, del otro lado un amigo y su novio adelante. Durante el viaje seguimos conversando un poco, el se daba calor con mi cuerpo. Y un poco eso me gustaba. Había un ondita, él tenía un aura misteriosa, era bastante cool también, con su pelo rapado, sus aros y sus tatuajes. Mis otros amigos se bajaron del taxi. Quedamos solos y ya estábamos cerca de mi depto. Ahí me dijo: ‘Me voy a bajar con vos y de ahí camino, me queda cerca’.

Cuando bajamos me acompañó hasta la puerta de mi depto, él todavía moría de frío. Se hizo un silencio y ahí es cuando me pregunta: ‘¿Puedo pasar a tu baño? No doy más’. Por un momento pensé: de verdad no conozco a este tipo, puede que sea un loquito. ‘Porfa, posta, paso al baño y me voy’ – me suplicó – ‘¿De verdad?¿porque si es una estrategia, no sé si da? No te conozco’ – le dije honestamente. ‘De verdad, te prometo’. Una parte de mi no le creía tanto, pero le dije: ‘Ok’.

En el ascensor se acercó para que le diera un abrazo y ahí ya sentía que algo más iba a pasar. Corrió rápidamente al baño, yo me saqué la campera y vi lo desacomodado que había quedado mi depto después de la previa. Salió del baño aliviado y con otro semblante, ‘que rico el olor del jabón, mirá’ – me hizo oler su mano acercándose a mi. ‘Si, me encanta, es mango’. Mientras le respondo, lo veo que mira intensamente mis labios y ahí en el pasillo contra la pared, fue mi primer beso pospan (post pandemia).


Todos los meses de estrés y preocupación, todos los malos momentos, los momentos oscuros, todo, fue descargado en esos besos con Cruz. Es muy loco volver a sentir, después de mucho tiempo, el cuerpo de otra persona en tus manos. Me sorprendió. De verdad había pasado mucho tiempo sin tener otro cuerpo al tacto. Me di cuenta de lo mucho que extrañaba esa sensación. Entendí un poco mejor a esa gente que dice que extraña esa sensación de estar agarrado a un cuerpo, de tener un cuerpo encima o sentir la piel de otro en la palma de las manos. A Cruz le gustaban mucho los besos en el cuello, darlos y recibirlos. Bueno, no solo los besos, las mordidas, los lengüetazos. Fue como una liberación de lo que teníamos prohibido por mucho tiempo. Y estuvo increíble. 

Nos quedamos vestidos la mayoría del tiempo, mucho chape y fricción de las telas, y si, quizás alguna que otra mano buscando piel, pero la verdad hacía tanto frío, que ninguno quería desnudarse. Después de gastar las papilas gustativas y las paredes por recorrer, terminamos en el sillón y ahí nos quedamos. Pasamos de la fase sexual/animal a una más cariñosa/romántica. Cuando Cruz quiso seguir, un paso más, sacó el preservativo de su riñonera. Pero tuvo la prudencia de leer la fecha de vencimiento y por esas cosas del destino, estaba vencido. Yo iba a traer uno mío, pero finalmente decidimos quedarnos abrazados en el sillón a puros besos y mimos, no tuvimos sexo.

Eran casi las 9 am, y después de una sesión de besos dónde perdimos incontables calorías, nos quedamos en el sillón abrazados, en esa parte dónde te empezás a entredormir mientras el otro te acaricia, conversando de algunas cosas y sintiendo la respiración del otro en tu pecho. Así vestidos, nos quedamos dormidos profundamente. Bueno, eso me duró 2 horas como mucho, pues insomne. Me pasó algo que detesto: mi brazo quedó atrapado debajo de su cuerpo y me dejó inmovilizado. Estuve un rato tratando de zafarme de ahí sin despertarlo. Salí reptando casi del sillón, sacando mi mano estancada.


Ya desvelado, no sabía qué hacer, así que me puse a lavar vasos y platos de la previa. Acomodé silenciosamente el depto, barrí, todo sin despertarlo. Cruz tenía un sueño bastante profundo. Cuando terminé todo eso, me senté a su lado y pensé que ese momento era el final de una era. Se había terminado por fin la etapa oscura del COVID (aunque faltaba todavía un trecho más, la parte más grave se había pasado). Sentí ese alivio de haber sobrevivido. Que nada grave le pasó a mis seres queridos. Y lo lindo de poder disfrutar la vida como antes. Mientras observaba dormir a Cruz, la ecdisis de dejar todo eso atrás, me hizo emocionar y se me pusieron los ojos vidriosos.

Llegó el mediodía y yo todavía no había dormido. No me podía ir a mi habitación y dejarlo durmiendo ahí. Todavía no le tenía confianza como para dejarlo solo. Así que me acerqué, lo más sutil y despacio que pude, a despertarlo. Nunca desperté a alguien con tanto cuidado y cariño. Sin embargo no le gustó. Quería quedarse un ratito más. ‘Dale porfa, te bajo a abrir, quiero ir a dormir a mi cama’ – le dije amablemente. Se levantó bruscamente y fue al baño a lavarse la cara. Aparentemente no era de los de buen humor por las mañanas.

Salió del baño de peor humor todavía, porque además, seguía haciendo mucho frío, a pesar de ser el mediodía, estaba helado. ‘Listo, abrime’ – me dijo super serio. ‘¿De verdad te vas a enojar por esto?’ – le pregunté acariciándolo. El se quedó callado y solo dijo: ‘Dale, abrime’ – me dijo firme en su enojo. Bajamos en el ascensor, tensos. Y al llegar a la puerta del edificio, hacía aún más frío. Lo último que le dije fue: ‘Dale, no dejemos todo así, ¿la pasamos bien o no?’ Me dió un último beso en silencio (buen beso), pero aún así, se fue enojado.


En otro momento, esto me hubiese puesto mal, hubiese sentido culpa por semanas y hasta trataba de contactarme con él para pedirle disculpas nuevamente. Pero, la verdad es que después de todo lo que vivimos en el mundo, había que poner las cosas en perspectiva. En este aspecto, sentía que algo había cambiado, había crecido. Estoy aprendiendo de mi, me estoy defendiendo de mí. Esto no solo tiene que ver con ver el vaso medio lleno, en lugar del vaso medio vacío. Sino ver el vaso medio lleno y decidir cómo puedo utilizar el agua a favor. Mientras lo veía irse, en lugar de enojo, me dio más bien ternura. Porque ahora Cruz se había convertido en la persona con la que volví, al menos unas horas, a la nueva normalidad sentimental. Y aunque él me deteste, yo decido quedarme con el buen recuerdo.

Al fin me acosté en mi cama dispuesto a dormir, cuando escucho una notificación. Pensé que era Cruz, pero no, me sorprendió una notificación de facebook: un viejo amor estaba de nuevo en Córdoba. Como dice la canción, en esta vida ‘cada subida trae un nuevo bajón, y cada vida un cajón y el que pierda la sorpresa, perdió’.

Escrito Por Pablo M. Acuña


Para colaborar con la columna podés hacerlo desde cafecito: https://cafecito.app/pabl3te
[También podes ser Suscriptor y acceder a material extra de las columnas]

Preguntas para el foro: Después de sexo casual, ¿preferís que cada uno duerna en su casa?¿o dormir acompañado y desayunar juntos?¿Cómo hacés para sugerirlo? 

domingo, 19 de marzo de 2023

Tres Neo-citas & Un Funeral

 


‘Quién lo diría, que se podría hacer el amor por telepatía, la luna está llena mi cama vacía. Lo que yo te haría, si te tuviera de frente la mente te la volaría, de noche y de día, de noche y de día…A kilómetros estamos conectando y me prendes aunque no me estés tocando’. – Kali Uchis

Después de una primera ola dramática de la pandemia, estaba llegando la primera primavera y, aunque todavía no teníamos nada claro, ni pensábamos en una vacuna, el calorcito trajo un poco de calma. Había una teoría que, con el clima cálido, el virus no se reproducía…tanto. Y solo eso nos sirvió para volver a la vida real (léase reactivar la vida sexual).

Todos escuchamos esas historias de gente que se conoció durante la pandemia, o enamorados que se juntaban clandestinamente a tener sexo, haciendo estrategias para evitar los controles policiales, rebelándose contra el sistema. Pero no era mi caso. La pandemia me encontró completamente solo y sin ningún prospecto a la vista. Atrás había quedado Mateo y cualquier ilusión de que volviera a aparecer. Mi único contacto con humanos, era el supermercado, dónde la gente hacía las compras lo más rápido posible, paranoiqueada con que si tocaba algo iba a infectarse y con sus tapabocas exóticos de todo tipo o con cascos y todos con la ropa bañada en alcohol. ¿Muy surrealista todo no? Lo único que pensaba era ¿Esto de verdad está sucediendo?

Desde el Ministerio de Salud de la Nación nos recomendaban videollamadas, sexo virtual y sexting. De hecho, uno de esos infectólogos que salían en la tele, había sido un gran soporte emocional y excelente consejero, durante mi adolescencia (si, todo está conectado en este mundo). Nos habíamos conocido por Fotolog (no hagan números sobre mi edad) y nos pasábamos horas chateando sobre nuestras vidas amorosas en Messenger. Es más, él me sostuvo la mano durante la ‘Debacle del 2003’: cuando me enamoré por primera vez de un hetero (pero esa es una historia para otro momento). Lo importante era que confiaba en mi consejero antes y, por lo tanto, ahora también. Así que tomé su consejo al pie de la letra.



Pionero y defensor del sexo telefónico hace años, por lo entretenido, higiénico y como ejercicio para la imaginación, me gustaba la idea de revivir ese hábito. Pero claro, pequeño detalle, teléfono fijo is dead. No existía más. Tuve que buscar otro camino. Decidí ir por un chat, pero no quería cámaras, ni algo como Omegle, quería algo más old school, y así encontré un chat, que permitía solamente escribir y enviar mensajes de voz.

En este conocí a 3 candidatos nuevos: un cordobés mimoso y pasional. Un español, que pareciera estar dispuesto y caliente, en cualquier momento del día a pesar de cualquier huso horario. Y un porteño hetero, explorando su sexualidad:

Un Morocho & Un Rubio

Nos conocimos en un chat de Córdoba, un día que no había mucha gente, se describió como morocho, 1,88, rulos, de piscis. En un principio, mi idea era hacer todo desde el anonimato, de alguna forma me siento más libre de esa manera. Pero me cayó tan simpático y tierno, que nos terminamos pasando a Instagram. Y por suerte, hubo match, nos gustamos. En ese momento, casi que no podíamos ir a bares o a lugares, así que nos fuimos conociendo así, por mensajes, a veces salían unos mensajes de voz y nos quedamos texteando hasta muy tarde. Él había terminado una relación hacía poco, todavía estaba algo sensible con el tema. Yo le conté lo último que me había pasado, lo de Mateo, aunque muy por arriba, porque sinceramente ni yo entendía que había pasado. A veces teníamos charlas muy románticas y otras todo se ponía un poco más sexual. Hablamos de cómo nos imaginábamos el primer beso, la primera cita, dónde nos gusta que nos acaricien, etc. Todo con mucho detalle. Cuando nos quedábamos hasta muy tarde en la noche, me daba cuenta que él se moría de sueño, pero aún así quería seguir conversando. Un tierno.

No pasaba un día que no conversara con él, y la verdad, fue de mucha compañía. Sobre todo, durante mis ataques de asma, los cuales prefería olvidar, negar su existencia y hacer de cuenta que no me iba a morir o que no tenía el ‘covicho’.



Ya que no podíamos conocernos en vivo por el momento, decidimos tener una cita online, la planeamos como algo de verdad. Ya casi que habíamos hablado de todo, así que esta era como una segunda cita, es decir, cine y cena. Me pidió que eligiera una película linda y me acordé de ‘Un Rubio’ de Marco Berger. Porque ¿cómo no empatizar con un personaje gay que se enamora de su amigo hetero? (Perdón, quizás no resolví del todo lo de la Debacle de 2003). Recordaba que la peli era linda, pero en realidad, era más sexual que otra cosa. Y claro, cada uno desde su casa, solos y escribiéndonos, terminamos un poco…erectos. Pero rápidamente, viramos hacia lo romántico, y al menos entre mensaje y mensaje, el terminó virtualmente usando mis piernas de almohada y yo acariciándole su pelo enrulado hasta dormirse. Inteligencia artificial, ¡¿quién te conoce?!. No les digo que fue mi momento favorito de la pandemia, pero seguro está en el top 5. 

En ese momento fantaseábamos de como iba a ser el mundo cuando se acabe la pandemia. Planeábamos nuestra juntada como si fuera a suceder pronto. Pero no sabíamos que todavía faltaba un largo trecho hasta encontrar la cura. Y no les voy a mentir, yo tenía un poco de miedo de contagiarme, siendo asmático y con gente muriendo alrededor, la escasez de recursos en los hospitales y escuchando historias horribles 24/7, no era muy alentador lo de salir y conocerse. 

Por un lado estaba todo eso relacionado con el virus, y por otro, estaban mis inseguridades básicas, mi auto-boicot y esto de no saber si realmente le iba a gustar en vivo. No sé si estaba para esa presión emocional, con mis ataques de pánico y vértigo sucediendo seguido. Eso hizo que pateara el encuentro ¿quizás exageré? Puede ser. Pero bueno, por ahora esta historia ¿continuará?… No lo sé, lo que si sé es que había algo lindo acá.



Un Desayuno & Una Cena

A John, lo conocí en un chat. Ese era su nombre real en teoría, pero quién puede confiar en lo que dice un anónimo desde un chat. John fue uno de los primeros con los que volví al ruedo en esto de los mensajes de voz hot. Y la verdad, fue bastante entretenido. John era, bueno es, un español de Valencia, aunque estaba pasando el aislamiento en su ciudad natal: Gandía. Teníamos unas horas de diferencia, por lo que cuando yo me levantaba, él estaba en la hora del almuerzo en su trabajo remoto. Y a veces, para cuando yo me estaba acostando, él estaba a punto de empezar su día.



Sin embargo, esto no era un problema para John, siempre estaba listo a toda hora para tener una sesión de mensajes hot. Siempre caliente, desde el desayuno a la cena. Por supuesto su voz sumaba mucho, escuchar un hotteo en español ya sabemos que tiene un plus, pero él además era un poco ronco y tenía un tono neutro particular, pero muy contundente y efectivo. No sé cómo explicarlo, pero era bastante adictivo. Llegó un momento que se volvió rutina, el mañanero y el nocturno. Y a veces, salía uno a la siesta. 

También probé algo nuevo con él, algo que nunca se me hubiese ocurrido. Tuvimos sexo en la ducha, es decir, uno llevaba el parlante bluetooth al baño y el otro guiaba la masturbación. Eso lo hacíamos en las sesiones largas del fin de semana. Bastante entretenido. Es muy loco, lo diferente que es conectarse con alguien desde este lugar, desde la sexualidad y solo desde la voz y la imaginación. La conexión sigue siendo emocional pero con el plus de la comunicación fluida y libre. Hay como algo medio primitivo y humano. 



Claro, en ese momento, todo esto también nos sirvió mucho para relajarnos de lo que estaba sucediendo en el mundo. Y de alguna manera, nos calmaba un montón, nos ponía de buen humor durante el día y nos ayudaba a dormir de noche.

Y ustedes se preguntarán: ¿no es más fácil poner una porno y ya?. Si, pero una cosa es ver a extraños teniendo sexo, y otra muy diferente es tener en el oído a alguien que dice tu nombre mientras te masturbas y conoce las palabras o cosas que te calientan escuchar antes de acabar. Y la satisfacción de calentar y hacer acabar al otro también se siente bien.

En este regreso al sexting y al sexo telefónico si noté que algo cambió. Muchos más hombres (heteros y gays) se animan a tirar un casual ‘te amo’, como con ganas de escucharlo o leerlo en un chat. Y no hablo tanto de ‘en el medio del acto’, sino más bien como algo aparte. Seguramente algo del anonimato hace que se permitan ser más desinhibidos y cursis. John me lo decía casi todos los días y más allá de que me lo tiraba como si nada y naturalmente, empezar el día con un ‘Te amo, que tengas un lindo día’, te cambia un poco el mood de la jornada. También es diferente cuando te quedás maquinando todo el día en lo bien que la pasaste, las guarradas qué nos dijimos y sabiendo que a la noche lo vas a volver a tener en tu oído.



A veces era puramente sexual y a veces…quién lo diría que se podría hacer el amor por telepatía. Todo esto duró casi tres meses, que en años de cuarentena, deben ser como nueve. Después él volvió a Valencia y volvió a salir (mucho antes que nosotros). Ahí conoció a un chico. Se puso de novio. Me lo fue contando y casi que viví con él todo el comienzo de esa relación. Me puse contento de verdad por él, y entendí que de a poco fuéramos dejando de tener nuestras ‘neo-citas sexuales’. Aunque, a decir verdad, las disfrutamos hasta último momento, hasta que se puso de novio ‘oficialmente’. Fue bueno mientras duró. Mentira, fue EXCELENTE mientras duró.

Un Neutro & Un Féretro

A Mauro, el porteño, lo conocí una madrugada de insomnio en el chat general de Argentina. Su usuario era ‘heteroneutro’ y fue él quien me chateó primero. Le pregunté por lo de neutro, creyendo que era algo de la tonada. Pero no, él había investigado lo que era ser neutro ´para los de nuestra comunidad’. Me dio un poco de ternura que lo haya estudiado. Pero claro, es un término que es más usado por nosotros, no tanto para un ‘hetero-flexible’ si es que todavía podemos usar ese término, ya quedó poco deconstruido.

Neutro, es un término bastante nuevo, creado por un usuario de Grindr en el 2013, también lo van a encontrar como ser ‘side’, pero la verdad es que acá o en la vida real no pegó tanto la palabra, más allá de que sería muy útil, porque estoy seguro que se cruzaron con más de una decena de sides en sus vidas.

Se considera neutro (o side) al rol de las personas que no les interesa el acto de la penetración. Puede gustarle todo lo demás en la cama, menos ser penetrado. Hay un debate acerca de si un neutro puede ser activo, pasivo o versátil, en principio no, ya que esos roles giran alrededor de la penetración.

Volviendo a Mauro, toda la experiencia con él fue diferente. Le gustaba primero que nada empezar con los besos en la boca. Por supuesto, hablo de todo por mensajes de voz. Después, una sesión larga de él lamiéndome las axilas, a veces, él sentía que tenía que justificarme sus morbos, cosas de heteroflexibles, no lo entenderían. Me dijo algo así como que jugaba al fútbol y por eso la transpiración le calentaba. A mi no me afectaba en nada la verdad, estaba entregado a la experiencia. Y todo terminaba con una masturbación cruzada, donde quería que lo sostenga del cuello con mi antebrazo. Sin problemas, lo hacemos. En este caso él también quería que le diga ‘te amo’, pero en el medio del acto sexual, cybersexual, neo-sexual, como quieran llamarlo. Me decía que le daba morbo escuchar a un hombre decírselo. Y a mí, la verdad, un poco también me daba morbo que le diera morbo eso.



También fue con uno de los pocos con el que hablamos en directo, le gustaba que nos escucháramos acabar juntos. Y la verdad, la pasamos muy bien. Los miércoles a la siesta y los domingos a la noche, teníamos una cita obligada. Eran los días que tenía más libre para dedicarle un rato largo y claro, también podía gemir un poco más fuerte, sin que nadie lo moleste. Todo iba muy bien, el primer mes había pasado, y digamos que él estaba más flexible que antes. Tanto que habíamos quedado ese miércoles, en que quería probar no ser tan neutro y animarse. Yo tenía ganas de gritarle que todo lo que hacíamos era virtual de todas formas, no lo podía penetrar por telepatía, al menos no todavía. Quizás en un futuro cercano.

A esta altura ya me había encariñado un poco, ya conocía mucho de su intimidad, al menos la sexual. Y él también la mía, eso era un montón. Lo bueno de todo esto, es que de verdad entrena la comunicación en el sexo. No recuerdo haber tenido que poner en palabras escritas o verbales, con tanto detalle, todo lo que me gusta en la cama, lo que me hace acabar y como hacerme llegar al orgasmo. También me gustaba que Mauro al principio era algo serio, muy recto en su actitud, y después se fue soltando y abriendo. Hasta logré hacerlo reír. ¿Acaso nos estábamos enamorando un poco?



Como sea, todo esto era para decir que esperaba con ansias ese miércoles. de hecho, un poco antes de la 1 ya estábamos conectados, porque nunca dejaría esperando a alguien de virgo. Me mandó unas nudes de cómo estaba en ese momento y comenzamos nuestra porno cerebral. Me dijo de ir al vivo, porque estaba re caliente con probar lo que habíamos quedado. Y justo cuando íbamos en la parte de la previa y los besos, de repente, él exclama un: ‘Noooo, boludooo…no lo puedo creer’. Yo escucho que afuera de mi ventana empiezan a tocar bocinazos: ‘¿Qué pasó?’ – le pregunto- ‘No, no, no…Murió Maradona’. Subió el noticiero en la TV y se puso a escuchar eso. Yo medio que no supe cómo reaccionar, pero él quedó shockeado, full conmocionado. Empiezo a escuchar que la gente afuera también se pone a gritar, algunos gritan ‘Diegooo’. Podía escuchar que Mauro estaba a nada de llorar, así que cortamos y él se desconectó del chat. Nunca más supe de él.

No es la primera vez que me abandonan en el medio del acto sexual, pero viendo el vaso medio lleno, al menos esta vez me dejaron por un hecho histórico. Viendo el vaso medio vacío diría que me dejaron por un muerto, pero no entremos ahí. Si, ya sé, no debería estar haciendo juegos de palabras con esto. Perdón, pero la verdad es que Maradona nunca fue un ídolo para mí, tengo mis razones.



Más allá de todo, estas neo-citas me enseñaron muchas cosas nuevas sobre mí, aprendí cosas que no sabía que podía lograr, y ya sé, hay gente que nunca lo va a entender. Tampoco pienso que esto vaya a reemplazar lo real, y si, eso es verdad. Pero no podemos negar que entre masturbarse viendo una porno con desconocidos y masturbarse con alguien que al menos le escuchás decir tu nombre, te habla directo, hace y dice lo que le pidas, no me van a decir que la segunda no es mejor.

Y también siento que, sinceramente, podría tener un vínculo con cualquiera de los tres en la vida real, si quisiera y si ellos quisieran. No creo que sea algo tan superficial o artificial. Me parece bastante cercano e íntimo. De hecho, con algunos que conocí en esa época, aún sigo en contacto. Hay que aprovechar antes que seamos reemplazados por la AI.

Además de verdad, me ayudó mucho a relajarme, con los episodios de vértigo y los ataques de pánico en el medio todo el caos. Alguna gente hizo masa madre, otros aprendieron a meditar, otros fumaron porro, yo hice esto. Como sea, no pueden juzgarme, yo solo le hice caso al Ministerio de Salud.


Escrito Por Pablo M. Acuña

Para colaborar con la columna podés hacerlo desde cafecito: https://cafecito.app/pabl3te
[También podes ser Suscriptor y acceder a material extra de las columnas]

Preguntas para el foro: ¿Alguna vez abandonaste o te abandonaron en el medio del acto sexual? ¿Cuál fue tu experiencia con el sexo virtual? ¿Estuviste alguna vez con un neutro?