‘Supongo que uno nunca sabe, nunca lo sabe. Si me querías, lo hubieras demostrado realmente. Pero si no sangras, nunca crecerás, y está todo bien ahora. Pero éramos algo especial, ¿no te parece?. En nuestros furiosos 20s tirando monedas a la fuente. Y si mis deseos se hicieran realidad, hubieras sido vos’
– Taylor Swift
En esas madrugadas de insomnio, tratando de apagar el cerebro en la oscuridad, me llega una ruidosa y luminosa notificación al celular. ‘Ok, veo la última notificación y me duermo’. Sinceramente pensé que iba a ser el clima o algo así, pero no. Era de esas notificaciones de Facebook, que te avisa cuando alguien está en Córdoba. Algo totalmente retro y que no lo hace con casi nadie. Cuando me fijo, era él. Le vamos a decir Sr. I (por innombrable) ya que la última vez que lo nombré, todo terminó mal.
Entré a su perfil para ver que era de su vida y, por supuesto, su Facebook había quedado estancado en los 2010’s, que era casi la fecha en que nos conocimos. La verdad la habíamos pasado excelente. Recuerdo que tuvimos una cita para almorzar (tuve pocas de esas). Era un agosto helado, hacía poco había nevado, su departamento tenía una luz natural hermosa (perdón, siempre en mi cabeza pienso en las locaciones que estarían buenas para filmar, y esta era perfecta) y aunque estaba nublado, la intensidad de las nubes blancas hacían que todo se sintiera, no sé…como un sueño. Fue super tierno todo y hasta romántico, recuerdo que pensé por un momento que el Sr. I, era re para ponerse de novio (o boyfriend material). Gran parte de la cita, la pasamos bajo el acolchado, conversando y calentando nuestros cuerpos. Muchos mimos y besos calentitos. Cada vez que pienso en la expresión: ‘hacer el amor’, pienso en ese momento. Como una sueña que salga la primera cita.
Pero rápidamente, todo se transformó en pesadilla cuando, semanas después, vio la columna que escribí sobre él. Y nunca más me dirigió la palabra. Debido a mi inexperiencia, creo que di demasiados datos sobre él y supuso que la gente lo iba a descubrir. En mi defensa, no tengo ninguna defensa. Mi inseguridad me mandó un mensaje de texto preguntándose: ¿acaso el Sr. I sentía vergüenza por él o por haber estado conmigo?. En mi cabeza traté de ignorar ese mensaje.
Esa noche me quedé fantaseando con la almohada y pensando en lo que hubiese pasado si nunca escribía sobre él. ¿Hubiésemos llegado a algo más?¿Hubiese soportado que el se fuera de viaje tantos meses por año?¿Me hubiese ido con él a vivir a otro país?¿Tendría una vida totalmente diferente a esta?¿y si él era “el indicado”, una oportunidad única? ¿Acaso tendríamos una mejor vida?¿más divertida?¿más acompañada? O por el contrario, como dice Taylor: ¿acaso los grandes amores de todos los tiempos se terminaron para siempre? Es muy loco que algo tan pequeño, un único error insignificante o un evento ínfimo, pueda cambiar el rumbo de tu vida.
Mientras escribo esto mis padres están cumpliendo 50 años de casados. ¡50 AÑOS!. ¿Se pueden imaginar algo así en estos tiempos?¿en este mundo que vivimos?. Por empezar, ya no me dan los tiempos creo. Al contrario, matemáticamente estoy más cerca de cumplir 50 años de soledad. Bueno, estoy siendo dramático, pero ustedes me entienden.
Cuando era chico y soñaba con escaparme de mi provincia, siempre pensaba en venir acá. Y una de las cosas que me trajeron fue justamente para ser libre de enamorarme. Y tenía claro que quería una novio, casamiento, hijos adoptados, gato, perro. Todo. Pero las cosas se volvieron cada vez más complicadas. Por empezar 20 años de los avances tecnológicos más rápidos de la historia. Ni hablar en el mundo de las citas. Imagínense que tengo amigos que nunca se han acercado a alguien, así en carne y hueso, a tratar de conquistarlos. Siempre todo empezó antes por una app de citas o red social. Y las opciones, las benditas opciones infinitas que nos cruzamos día a día en cada historia de Instagram. Cada una es literal un multiverso del que podríamos ser parte.
Por otro lado, si me quedaba con el Sr. I, o yendo más atrás, con Rafael, mi primer novio cordobés, quizás nunca hubiese conocido a otras personas. Nunca hubiese tenido tantas citas, no sabría lo que es ser soltero en esta ciudad, y esta columna no existiría. No hubiese desarrollado nunca la afición por escribir. Eso me pondría triste. ¿Pero no podría haber sido un poco y un poco?. Quizás el destino me convertía en escritor igual. De columnas sobre la pareja o si me mudaba a otro país: Sexo Gay En Otra Ciudad.
Nunca lo sabremos. A veces me cuelgo pensando ¿Qué estarán haciendo mis ex en este momento?: ¿Qué será de su vida?¿qué aventuras estarán viviendo?¿Será feliz en su nueva relación?¿Me habrá perdonado?¿Seguirá siendo celoso tóxico?¿Se habrá arrepentido de no haberme dado una oportunidad?¿Se acordará cuando hablamos de casarnos?¿Habrá aprendido a besar mejor?¿sabrá que lo amé en secreto por muchos años después de separarnos?¿sabrá que volvería con él si me lo pidiera?
Con Rafael, mi primer relación formal, dejé todo claro años después de que terminamos, creo que 10 años después. Encontré en un cajón su número de teléfono en un papel que había guardado de recuerdo. Pero cuando llamé, no funcionó, el celular ese ya no existía. Pero si existía su apellido, que era algo extraño. Así que tomé la guía de teléfonos (retro ¿no?) y busqué su apellido, llamé uno por uno a los teléfonos que había. Y lo logré. Conseguí comunicarme con él. Hablamos de la vida. Creía que no se iba a acordar de mí. Y al contrario, si me recordaba con ternura. Conversamos un rato largo y al final de la llamada me animé a decirle que había cometido un error en dejarlo. Que nunca más me crucé con alguien tan único y especial como él. Que nunca debería haberme ido de su lado. Lloramos un poco. Me dijo que no me torture con eso, y que todo pasa por algo. ¿Pero es realmente así?¿ya estamos predestinados a vivir los amores que vivimos y cómo los vivimos?¿o simplemente es un error y sus consecuencias?
Durante los siguientes días, me parecía ver al Sr. I en todos lados. En las paradas de los colectivos, manejando autos, en los bares, paseando por Güemes o en la fila del supermercado. Pero esperen…el chico de la fila del supermercado…¡ES ÉL!. Grité en mi mente, tratando de no hacer ningún movimiento en falso. No quería que me descubriera. No quería que nuestro reencuentro se diera así, no estaba mentalmente preparado para esto un martes a la siesta en esa sucursal del famoso supermercado de nombre francés. ¿Pueden creer que la traducción de la palabra es: intersección de caminos, encrucijada?.
El estaba de espaldas, descargando lo que había comprado en la línea de cajas. Y yo observando los productos para ver si era una compra individual o una compra para dos. Pero debo haber mirado demasiado intensamente porque de repente, se dio vuelta. Y me vio…Se quedó unos segundos congelado, como ese agosto gélido que pasamos. Yo esbocé una sonrisa incómoda, pero él volvió en sí y continuó sacando las cosas de su canasto. Y si, era una compra individual. El se fue sin mirar atrás. cuando pasó por la vidriera hizo un tímido intento de mirar para adentro, pero no lo logró.
En un universo paralelo, nos abrazamos e iríamos a tomar juntos un café. Nos pondríamos al día sobre todo lo que estuvo pasando en nuestras vidas. Nos reiríamos de cómo éramos a nuestros 20s y hasta hablaríamos de nuestros fracasos amorosos. Hubiera sido divertido. Pero no, en este universo, al salir del supermercado, por esas cosas de la vida, él todavía estaba en la esquina. Mi costado romántico me mando un mensaje: ¿Tardó tanto en hacer esta media cuadra o acaso hizo tiempo para verme mejor?. En este caso le clavé el visto.
El estaba de espaldas, descargando lo que había comprado en la línea de cajas. Y yo observando los productos para ver si era una compra individual o una compra para dos. Pero debo haber mirado demasiado intensamente porque de repente, se dio vuelta. Y me vio…Se quedó unos segundos congelado, como ese agosto gélido que pasamos. Yo esbocé una sonrisa incómoda, pero él volvió en sí y continuó sacando las cosas de su canasto. Y si, era una compra individual. El se fue sin mirar atrás. cuando pasó por la vidriera hizo un tímido intento de mirar para adentro, pero no lo logró.
En un universo paralelo, nos abrazamos e iríamos a tomar juntos un café. Nos pondríamos al día sobre todo lo que estuvo pasando en nuestras vidas. Nos reiríamos de cómo éramos a nuestros 20s y hasta hablaríamos de nuestros fracasos amorosos. Hubiera sido divertido. Pero no, en este universo, al salir del supermercado, por esas cosas de la vida, él todavía estaba en la esquina. Mi costado romántico me mando un mensaje: ¿Tardó tanto en hacer esta media cuadra o acaso hizo tiempo para verme mejor?. En este caso le clavé el visto.
Mientras me acercaba él me miró, estábamos lejos para saludarnos, pero cerca como para no reconocernos. Él simplemente dijo ‘Pablo’, yo tragué saliva y contesté: ‘¿Cómo va?’. Él sonrió y siguió su camino. Como dice la canción: las mejores películas de todos los tiempos, nunca se hicieron.
Escrito Por Pablo M. Acuña
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Pregunta para el foro: ¿Qué cambiarías de tu pasado para recomponer una vieja historia de amor?¿Espías la vida de tus viejos amores o preferís bloqueo total?